Introducción
La hechura inconclusa de Mis memorias se asemeja a la maltrecha figura del
jorobado Cuasimodo, con quien Tapia se identifica en las primeras páginas de sus
recuerdos. El hombre incompleto y a medias entre los extremos de una definición
ya perfila la figura de una extraña hermosura y de una insólita composición. Lo
que falta suple la posibilidad del conjunto como una simetría dinámica con la
que la totalidad de la composición también sería capaz de acoger lo incompleto.
Quasi modo en latín traduce literalmente al modo potencial: como si, casi,
próximamente. El mismo Tapia aclaraba en la Quinta de sus Conferencias sobre
estética y literatura: “No se olvide nunca que sí puede admitirse […] lo deforme
en el Arte […] como acontece con el Cuasimodo de Víctor Hugo”. [1] También
escribió en las primeras páginas de Mis memorias:
A veces he creído que mi amor a ese pedazo de tierra tenía algo de fatídico y
misterioso como el de Cuasimodo a la campana grande de Notre Dame de París,
cuando abrazado a ella parecían hombre y campana convertirse en una cosa misma,
en un solo cuerpo con dos almas o en un alma con dos cuerpos. […] ¡Ah! ¡Sí!
¡Abrázate, Cuasimodo, a tu campana! ¡Atúrdete con el ronco estruendo de sus
bronces, remóntate y cae y torna a remontarte con ella y apegado a ella, en
vertiginoso giro por los aires; hasta que el hielo de la muerte le afloje los
brazos y caigas en los abismos de la tumba…!
La hechura incompleta de Mis memorias también se declara en la manera de
constatar sus recuerdos. El recuento de un pasado autobiográfico alineado al
testimonio histórico se consigna ocasionalmente con la declaración incidental
del momento actual en el que escribe; como si se tratase de un diario.
Ocasionalmente, entonces: casi-autobiografía, casi-historia, casi-diario (quasi
modo), la composición dinámica del recuerdo se declara en un acto de escritura
testimonial que se manifiesta escribiéndose a manera de diario. Esta
constatación de la actualidad del momento en el acto de la escritura le añade un
cociente de vida al recuerdo.
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Lea la
Introducción completa de Eduardo Forastieri-Braschi.
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