Vitalidad de las letras cubanas La vitalidad de las letras cubanas hoy alcanza un nuevo aliento con la culminación de la tercera convocatoria del Premio de Novela Plaza Mayor 2005. Y lo decimos así porque entendemos este premio como uno más de esos otros que se convocan en Cuba para escritores cubanos residentes en la isla. Nuestra pretensión, lo hemos dicho siempre, es unir a los cubanos en el ámbito fraternal de la cultura. Y quienes asistieron al nacimiento de este certamen, allá en el 2002, durante la celebración de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, dedicada a Cuba, bien saben que desde esos inicios nos asistió el amor y el convencimiento de que la Cultura Cubana podía ser (y es) el marco esencial para el entendimiento de toda la inteligencia que hoy nace de cubanos dignos en la isla y fuera de ella. Esa vitalidad de nuestras letras se evidenció cuando el jurado tuvo que seleccionar diez obras de las 39 presentadas a la lidia intelectual; siguió haciéndose patente cuando hubo que llegar a cinco novelas que discutirían el premio; y alcanzó un punto altísimo cuando las discusiones se centraron en dos novelas, cualesquiera de ellas merecedora del máximo galardón. En esta ocasión se intercambiaron mensajes desde Suecia, Puerto Rico y La Habana. Mensajes donde cada jurado exponía sus criterios sobre las cinco finalistas primero, y luego sobre las dos que destacaron del resto. Mensajes que, desde la fraternidad que une a los tres destacados intelectuales que tuvieron la responsabilidad de decidir el Premio y la Primera Mención, se convirtieron en un espacio internáutico riquísimo donde se habló de nuevas tendencias, de movimientos estéticos actuales y pasados, de influencias en las actuales corrientes de la literatura cubana, siempre a partir de las perspectivas y experiencias individuales de cada uno de los jurados. Fue, a criterio de todos, una experiencia interesante, pues no se pensó que fuera tan sencillo vincular a tres escritores residentes en tres sitios distintos y distantes de este mundo moderno que, por suerte, cuenta con esa prodigiosa herramienta de comunicación que es Internet. Los Organizadores nos habíamos planteado un reto: sacar la decisión del Premio de los predios intelectuales isleños de Puerto Rico, como había sucedido en las dos ediciones anteriores. Ello no se debió, es necesario aclararlo, a que existieran dudas sobre la capacidad intelectual, el talento, el prestigio y la honestidad de quienes fungieron como jurados en los premios concedidos en el 2004 y el 2005. Se debió, justo es decirlo, a nuestro deseo de satisfacer una crítica hecha desde la isla, en los tristes desencuentros que propiciaron la no asistencia de Plaza Mayor a la Feria del Libro de La Habana, en febrero del 2005: se nos criticó entonces que no hubiera cubanos de la isla en los jurados. Decidimos entonces conformar un jurado exclusivamente de cubanos, pero de cubanos que habitaran su isla en distintos escenarios geográficos y espirituales. De ese modo, la selección recayó en Rita Molinero en Puerto Rico, Antonio Álvarez Gil en Suecia y Amir Valle en La Habana, tres figuras de indiscutible valía en las letras cubanas actuales. Sobre los jurados rita molineroNació en La Habana y vive en San Juan de Puerto Rico. Es profesora de Literatura Hispanoamericana en la Universidad Interamericana de San Juan. Ha publicado, entre otros libros, La narrativa de Enrique Labrador Ruiz, 1975, y José Lezama Lima o el hechizo de la búsqueda, 1989. Ha colaborado en varias revistas literarias y antologías de ensayos críticos sobre Reinaldo Arenas y otros escritores. En el año 2002, publicó una recopilación de ensayos de diferentes autores sobre la obra de Piñera. La antología tiene como título: Virgilio Piñera, La memoria del cuerpo. Antonio Álvarez Gil. Narrador y traductor literario. En 1983 obtuvo el Premio David, otorgado por la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) con su libro de cuentos titulado Una muchacha en el andén (Ediciones Unión, La Habana, 1986). Posteriormente publicó Unos y otros (Ed. Unión, La Habana, 1990), Variaciones sobre un tema de Bulgakov (Ed. La Puerta de Papel, La Habana. 1991), Del tiempo y las cosas (Ed. Unión. La Habana. 1993) y Fin del capítulo ruso. (Hd, Vinién. Montevideo. 1998). Su novela Náufragos resultó ganadora del V premio de novela Ciudad de Badajoz y apareció en 2002 bajo el sello de la editorial española Algaida. Las largas horas de la noche (finalista del premio Casa de las Américas 1993 y mención del concurso de la UNEAC) fue publicada en 2003 en Plaza Mayor, Puerto Rico. Álvarez Gil aparece incluido en antologías del cuento cubano contemporáneo. Cuentos y artículos suyos han aparecido en publicaciones de España, Italia, Suecia, Estados Unidos y Latinoamérica. Es miembro de la Asociación de Escritores de Suecia. Desde 1994 reside en Estocolmo. Amir Valle (Cuba, 1967). Escritor, Ensayista, Crítico Literario y Periodista. Ha publicado los libros de cuentos Tiempo en cueros (Cuba, 1988), Yo soy el malo (Cuba, 1989), La danza alucinada del suicida (Cuba, 1999) y Manuscritos del muerto (Cuba, 2000); los libros de ensayo Ese universo de la soledad americana (Colombia, 1998) y Brevísimas demencias: la narrativa cubana de los 90 (Cuba, 2001); los libros de testimonio En el nombre de Dios (Cuba, 1990) y Con Dios en el camino (Inglaterra, 2000); así como las novelas Ciudad Jamás perdida (Suecia, 1998), Las puertas de la noche (España, 2001 y Puerto Rico, 2002), Si Cristo te desnuda (Cuba, 2001 y España, 2002), Muchacha azul bajo la lluvia (2001), Entre el miedo y las sombras (2003) y Los desnudos de Dios (2004). Actualmente es el Coordinador General de la Colección Cultura Cubana, de la editorial Plaza Mayor. Obras y autores finalistas Como cada año, una vez pronunciado el fallo de los jurados, se procedió a abrir las plicas de las cinco obras finalistas: OBRA 9. Brindis. Seudónimo: Santiago Autor: Armando León Viera (La Habana, Cuba) OBRA 15. La travesía. Seudónimo: Ganímedes Autor: Alberto Garrandés (La Habana, Cuba) OBRA 17. Palimpsesto. Seudónimo: Encino Autor: José Antonio Martínez Coronel (Güines, Cuba) OBRA 30. En la orilla equivocada. Seudónimo: Sin seudónimo Autor: Roberto Estrada Bourgeois (La Habana, Cuba) OBRA 32. La malla del rocío. Seudónimo: A. Q. Autor: Aramís Quintero (Chile) Nuevamente se repetía la realidad de los dos años anteriores: la calidad de las novelas finalistas se debe a la autoría de figuras ya bien asentadas en el discurso actual de la narrativa cubana. Tales son los casos de Alberto Garrandés, José Antonio Martínez Coronel, Roberto Estrada y Aramís Quintero. El otro de los autores finalistas, Armando León Viera, tampoco es un desconocido, pues bien se recuerda su participación como animador en un programa que marcó una época en la televisión cubana: PARA BAILAR, y su trabajo como periodista en la también muy popular “Revista de La Mañana”. Los premios Concedidos POR MAYORÍA, los premios en esta tercera convocatoria corresponden a: PREMIO DE NOVELA Obra: La travesía Autor: Alberto Garrandés (Cuba) PRIMERA MENCIÓN Obra: En la orilla equivocada Autor: Roberto Estrada Bourgeois (Cuba) Sobre los autores y las novelas premiadas: Novela: La travesía En La travesía Alberto Garrandés cuenta una historia que se aparta con radicalidad del relieve y el tono de sus libros anteriores. La peripecia no es la de un lenguaje que se desborda ávido, casi majestuoso –pensemos en los textos de Cibersade, o en su novela Fake–, en busca de hechos y sentidos arquetípicos, sino más bien la de un personaje muy concreto –Juan, pintor obligado a dejar sus estudios– que se revela paso a paso, desgarrándose entre el deseo del otro –Pedro, un mulato chino, joven buscavida– y las máscaras que usa en la representación de sí mismo y la elaboración de su yo. El relato de la novela transcurre en una ciudad distópica, La Habana, cuya imagen se origina en la reticencia con respecto a la nominación de los espacios. Se trata de una Habana ucrónica, casi alusiva, atmosférica, vaporosa más que tangible, donde, en virtud de un juego macabro en torno a una presumible y rudimentaria industria pornográfica, y gracias a las casualidades y los malentendidos –por ejemplo, la vida y milagros de un falo azteca de alabastro, que formaba parte del botín de Hernán Cortés–, ambos personajes se ven forzados a relacionarse y convivir dentro de una aventura llena de accidentes y reveladora, asimismo, de un mundo subterráneo tan próximo a la ficción como vecino de lo real. Pero La travesía es, sobre todo, el dibujo del alma –retraída, temerosa, irresoluta hasta la crueldad– de ese joven pintor que lleva un diario erótico regresivo, de su pasado, donde nos confiesa todo y se revela sin restricciones, como si las hojas de papel y su virtualidad confiable fueran circunstancias de excepción, las únicas que podrían colocarlo ante el espejo, o hacerlo salir de su ignoto escondrijo. Y, en ese sentido, la novela de Garrandés subraya con fuerza la mezquina ambigüedad del personaje, que no se entrega, no abraza libremente sus sentimientos –porque es un pusilánime de temer, diríamos–, o que prefiere dejar intocada esa pasión carnal –también sentimental– para dedicarse, sin la habilidad de compartir sus energías, al frenesí de su obra, a sus cuadros, a sus proyectos. ¿Qué sucede en realidad? Cabe decir que esas dos razones pelean en el contradictorio pintor –capaz de matar, pero no de expresar el amor–, aunque algo nos impulsa a sospechar que los sinuosos miedos de Juan pueden más que su fantástico y sublimador deseo por el cuerpo de Pedro, su compañero en esos raros y vertiginosos lances que hacen de La travesía una novela acerca del carácter intransferible de la experiencia, un libro en torno a la significación de la compañía, la visualidad del cuerpo, y la articulación con el otro por encima de cualquier argumento y pese a cualquier consecuencia. Roberto Estrada Bourgeois La Habana, 1950. Abogado. Miembro de la UNEAC. Profesor adjunto de la Facultad de Derecho de la Universidad de La Habana. Ha publicado Trenco (Novela de Ciencia Ficción, Letras Cubanas, 1986), Ein Modigliani aus Kuba (Novela Negra, Distel Verlag, Alemania, 1999), y La pelirroja (Novela negra, Umbriel Editores, España, 2004). Cuentos suyos han sido incluidos en antologías del cuento cubano de ciencia ficción en Cuba y el extranjero. Su novela La pelirroja saldrá próximamente en Alemania por Köhl Editions. Novela: En la orilla equivocada Esta una es una novela escrita con un lenguaje directo, vigoroso y lleno de expresiones frescas, entre las que se encuentran con frecuencia símiles ingeniosos y metáforas bien logradas. La trama gira en torno a una abogada habanera, y narra su mundo y el mundo de La Habana de estos días de un modo diferente a la mayoría de las novelas que sobre el tema cubano tenemos la oportunidad de leer. Lo hace sin aspavientos, con una prosa precisa, sin florituras ni falsas pretensiones de culturología o cosas por el estilo. En la novela hay una mirada crítica, aunque moderada, de la realidad cubana actual, una mirada que señala y denuncia los problemas que existen, sin acudir a epítetos ofensivos ni a descalificaciones directas. En estas páginas queda manifiesta toda la frustración de un pueblo que ha visto a su familia dividirse, partir hacia el destierro o morir en el Estrecho de la Florida. La heroína de la novela representa a una buena parte de los profesionales cubanos que, después de recibir una instrucción superior y adquirir una carrera, comprenden de repente que éstas no le sirven para vivir de un modo digno. Por otra parte, los personajes de la novela están muy bien caracterizados y se desenvuelven en una trama bien planteada y con gran dosis de intriga, una trama que se deja leer sin ninguna dificultad. La solución de la novela es original, y el final es muy hermoso, siempre dentro de la lobreguez de la vida de la protagonista y la desesperanza de su destino. Para ella, como para tantos y tantos cubanos, no hay solución a la vista, pese a que su mirada se pierde buscando alguna en el horizonte del mar frente a La Habana. |