Alé Mauri, Carlos. El árbol del bien y del mal. El código censor del Poder en la cultura de Occidente Editorial. Plaza Mayor, Puerto Rico, 2003 ISBN: 1-56328-248-8, 146 pp. El escritor Carlos Alé Mauri (Villa Clara, 1959) ha publicado un libro de ensayos; me refiero a El árbol del bien y el mal. El código censor del Poder en la Cultura de Occidente. Además de ensayista, Alé Mauri es un investigador de la literatura cubana y un narrador con al menos un libro publicado. Es decir que, a la vez que hace literatura, trata de conformarse una conciencia de la misma; por lo que es uno de esos creadores que se atreve a ejercer una "autocrítica del arte". El libro cuenta con una Introducción y tres capítulos. Desde mi punto de vista como lector prefiero el capítulo segundo ("La interdicción etnocultural en la Revolución Cubana: 1959-1990"), donde el autor reflexiona de una manera creíble desde los hechos; y también la misma Introducción, donde logra exponer con claridad lo que es su programa personal de trabajo. El primer capítulo del libro, precisamente titulado "El árbol del bien y del mal. (El código censor del Poder en la cultura de Occidente)", tiene las pretensiones de una meditación de altura; sin embargo, Alé Mauri amarra su pensamiento a una forma expositiva demasiado formalista que, por otra parte, solo alcanza a fundamentar en un par de citas aisladas sacadas de la revista Criterio. Después de leer algunos de sus temas, uno tiene la impresión de que si el autor se decidiera a manejar sus ensayos con la misma imaginación literaria con que trabaja sus narraciones, el resultado sería más original, menos dependiente del prestigio de una cita o de una autoridad por lo demás efímera. No obstante, en ese primer capítulo se observa la habilidad de Alé Mauri para trabajar el marxismo y la literatura postmoderna con una intencionalidad muy coherente; así como la capacidad para introducir ideas propias que pone a funcionar en el material que estudia, es el caso, por ejemplo, de la noción de "accionamiento reinstitutivo". Capta con lucidez el problema del disenso; asunto que complementa con el planteamiento del disenso como problema. Es posible percibir en el autor un curioso "liberalismo", que adjunta una revisión histórica de la teoría marxista sobre el Estado. Además, existe en su pensamiento una suerte de predeterminación emancipatoria, que busca una defensa de la identidad en oposición a una hegemonía que considera impuesta por los centros de alta densidad histórica de la cultura Occidental. A pesar de todo, Alé Mauri alcanza a poner lo anterior entre signos de interrogación, lo que incorpora un interesante elemento escéptico a su pensamiento. Es el referido capítulo segundo, que forma parte de una investigación inédita sobre la cultura cubana, el que prefiero pues las hipótesis de trabajo gozan de por lo menos dos créditos fundamentales: 1-Una investigación notable del material primario desde el que se reflexiona: el cuento cubano entre 1959-1990. 2-La condición de narrador de Alé Mauri; atributo que le permite tener una visión interna, "gremial", de aquello que trata de pensar. Este capítulo segundo es por demás de marcada intensión ideológica, lo que viene a superponer una notable subjetividad en el mensaje final. Alé Mauri no puede evitar, ante la heterodoxia de algunos de sus contenidos, protegerse en una pregunta de apertura con respuesta obvia. "¿Es la censura un fenómeno exclusivo de la Revolución en la historia cubana?" (p. 53) La cuestión es un ardid auto defensivo. Claro que no, censuró la República, la Colonia; todo el mundo ha censurado; aún más: es un deber de quien ostenta el poder el ejercicio de la censura. Alé Mauri, a pesar de todo, ha dejado una cosa clara: existe una censura revolucionaria. Y esta evidencia es bastante para un texto que el autor debió escribir en Cuba, probablemente en Santa Clara, donde los rigores de la "racionalidad revolucionaria" son aún mayores que en La Habana. Este capítulo es valioso entre otras cosas porque el autor se adentra en el tema de la "etnicidad" cultural y literaria, hablando siempre con conocimiento de causa. Se mueve con soltura entre las fuentes primarias y la teoría antropológica, logrando una balance realmente admirable. Trabaja con los hechos, como habíamos apuntado, y con unas fuentes teóricas de notable eficiencia. Pero su libro contiene además una historia y una crónica del pensamiento cubano, específicamente de la teoría del arte. Ese pensamiento cubano de fines de la década del `80 que conoce muy bien, a la vez que es pensado, le sirve al autor para pensar: es contenido, y es método. Refiere varios autores, pero es particularmente interesante la forma en que comprende y rectifica a quien fuera uno de los académicos más implicados, desde una perspectiva estético-filosófica, en la polémica ideológica que provocaron las artes cubanas en los años '80. Me refiero al Dr. Jorge de la Fuente, quien entonces dirigía el grupo de estudios estéticos en la Facultad de Filosofía e Historia de la Universidad de La Habana. En particular Alé Mauri dialoga con las caracterizaciones del "intelectual" y de la dialéctica "personalidad-obra" que De la Fuente trabaja en su libro Arte, ideología y cultura (La Habana, 1992). El diálogo entre Alé Mauri y De la Fuente, que va más allá de este libro, puede ser de mucho interés para los jóvenes investigadores. El libro cierra con un ensayo sobre José Martí titulado "Nación y Poder en América: la previsión crítica de José Martí". Tiene, entre otros, dos virtudes fundamentales: 1-es una consecuencia analítica coherente con los presupuestos establecidos por el autor en los capítulos anteriores; 2-al situarse en el interés de la búsqueda de una "etopeya martiana", Alé Mauri complementa algunas preferencias políticas demasiado explícitas que cargaban de subjetividad algunos de sus enfoques "civilizatorios". El libro El árbol del bien y del mal. (El código censor del Poder en la cultura de Occidente) es un aporte importante en el esfuerzo de una cultura por pensarse a sí misma en relación con el entorno civilizatorio general. Comprender este libro es también una forma de seguir la saga creativa de quien es ya un notable escritor. |