Presentación del libro a cargo del arquitecto y urbanista Andrés Mignucci celebrada el 23 de diciembre de 2004 en el Centro de Recepciones del Gobierno, Antiguo Casino de Puerto Rico en el Viejo San Juan. A cuatro años de comenzado el nuevo siglo, Puerto Rico Urbano representa un espacio de reflexión necesario sobre nuestro desarrollo físico, los procesos y patrones de ocupación del territorio y las fuerzas sociales, económicas y políticas que dan curso y forma a transformaciones en nuestro tejido urbano. A su vez, Puerto Rico Urbano representa un acopio abarcador de la memoria urbana del país grabada en la forma de planos, mapas, fotos y documentos de gran belleza y calidad. Siendo yo estudiante de arquitectura en MIT, Kevin Lynch, autor de La Imagen de la Ciudad, dictaba un curso titulado Historia de la Forma Urbana. En é explorábamos la historia de la civilización a través del estudio sistemático y progresivo de planos de las ciudades más importantes del mundo –desde Mileto en Grecia, la Roma de los emperadores, el París de Hausmann, hasta Londres, capital del imperio británico. Cada una de las ciudades, sus transformaciones, aciertos y desaciertos se develaban a través de la lectura de planos. Los planos se leen como libros –cada uno encierra tramas, historias, trasfondos, juicios y prejuicios acerca de cómo son las cosas, en los casos documentales, o de cómo deben ser las cosas en los casos proyectuales. Como grabado de un instante en el tiempo, representan claves para entender nuestra historia colectiva, nuestra memoria como ‘civitas’. En un momento donde la marea de la suburbanización se debilita en favor de la consolidación y el crecimiento de los centros urbanos pareado por la conservación y manejo de los espacios naturales de nuestra isla, Puerto Rico Urbano nos ofrece el espacio para detenernos por un momento y reflexionar sobre cómo llegamos aquí y hacia dónde queremos ir. En esta encrucijada debemos preguntarnos: ¿en qué consiste el país posible y cómo lo abordamos? Sin lugar a dudas el entendimiento del pasado es piedra angular para proyectar el futuro. La publicación de Puerto Rico Urbano es producto de tres semillas. La primera semilla es el encuentro fortuito en el 1983 de un joven, Aníbal Sepúlveda, con 69 planos de Puerto Rico mientras realizaba investigaciones en la Cartoteca del Servicio Geográfico del Ejército en Madrid. El encuentro con estos planos, hasta ahora inéditos e ilustrados en el tercer tomo, sirvieron de inspiración para el eventual desarrollo del atlas urbano de Puerto Rico que hoy presentamos. La segunda semilla la forman los casi 20 años de colaboración con Jorge Carbonell y Néstor Barreto a través del Centro de Investigaciones Carimar. Puerto Rico Urbano es el producto del trabajo colectivo de Carimar, sistemático y disciplinado, pero llevado con absoluta pasión: sobre la disciplina del urbanismo y sobre el poder de los planos como herramientas de documentación, de comunicación, y de entendimiento. La tercera semilla que abrió las puertas para la publicación del libro es el proyecto de la Revitalización de los Centros Urbanos dirigido por la Directoría de Urbanismo del Departamento de Transportación y Obras Públicas. El proyecto, bajo la dirección de la arquitecta Diana Luna, tiene como consultora principal la arquitecta Ilia Sánchez, quien comisionó la preparación de planos y proyectos de revitalización de 18 municipios piloto. Como parte de estos trabajos la Directoría encarga a Carimar la preparación de un trasfondo sobre la historia urbana de cada pueblo. El despliegue avasallador de veinte años de investigación, documentación y acopio gráfico hizo evidente la oportunidad de acompañar el legado de su obra física con la de una obra de reflexión académica de primer calibre. Puerto Rico Urbano se plasma en cuatro tomos que abarcan la historia urbanística puertorriqueña desde 1508 al 2004. Cada volumen cubre períodos específicos de nuestro desarrollo urbano. El primer tomo, La Memoria Olvidada cubre el período fundacional de nuestros pueblos entre los siglos 16 y 18. El segundo tomo, La Domesticación del Territorio, cubre los comienzos del sistema urbanístico durante el siglo 19. El tercer tomo, Entresiglos, describe las transformaciones urbanas durante la transición entre los siglos 19 y 20. Finalmente, el cuarto tomo, En Clave de Gris, describe el urbanismo puertorriqueño del Siglo 20. Cada tomo está estructurado por un número de ensayos seguido por una sección llamada Documentos que ordena los pueblos alfabéticamente y presenta mediante planos, fotografías, textos y documentos, una radiografía de cada pueblo durante el período reseñado. Los ensayos, escritos por Aníbal Sepúlveda, sirven de introducción y trasfondo a los temas centrales de cada período estableciendo puentes interdisciplinarios y referencias a eventos históricos determinantes en la evolución de la forma urbana de nuestros pueblos. La Memoria Olvidada El primer ensayo del libro titulado Sueños de Piedra examina el periodo entre 1508 y los comienzos del siglo 19. El ensayo incluye una discusión sobre las Leyes de Indias utilizando transcripciones literales de los documentos originales. El ensayo concentra además en la evolución del arte de describir el medio ambiente mediante la imagen, examinando el trabajo de artistas en el acto de observar y grabar espacios urbanos. El segundo ensayo de este volumen, El Urbanismo de la Cédula de Gracias cubre el período de 1820 y correlaciona la inmigración europea y el desarrollo agrícola con el desarrollo urbano y la ocupación del suelo. La Domesticación del Territorio Los ensayos del segundo volumen, La Domesticación del Territorio, cubren los años 1830 al 1870 centrando en la aplicación de la Ley de Alineaciones del 1867. Este es un período donde el poder central intenta domesticar el territorio mediante conocimientos sobre topografía y ciencia urbanística. El tomo incluye tres ensayos sobre descripciones cartográficas durante tres años que representan hitos en la historia de la planificación urbana de la isla –1846, 1853 y la ley de alineaciones del 1865. El ensayo, Pueblos Nuevos. Geometría y Orden, describe la colección llamada Descripciones Topográficas del 1846. El segundo ensayo, El Urbanismo de los Facultativos, sigue el formato de la Colección titulada Diccionario Geográfico Estadístico e Histórico de Puerto Rico comisionado por el Gobernador Norzagaray en el 1853. El tercero, Alineación y Progreso, enfoca el periodo de la Ley de Alineaciones de 1867 centrando en el trabajo de los profesionales que levantaron los primeros planos seriados con una metodología uniforme en la isla. Entresiglos El tercer volumen, Entresiglos, discute el tránsito entre los siglos 19 al 20. El ensayo titulado El Poder de los Planos presenta la extraordinaria colección de planos urbanos preparados entre el 1880 y el 1890 por el Cuerpo del Estado Mayor del Ejercito Español. La organización visual del espacio y por ende el control del territorio coincide en este período con la organización del poder político. Esta colección constituye una de las piedras fundacionales de Puerto Rico Urbano. En este volumen se incluye un ensayo de Ángel Paladín Cuadrado, pasado director de la Cartoteca del Servicio Geográfico del Ejército en Madrid. Su trabajo enfoca en los ingenieros que produjeron esta colección. El tercer ensayo del volumen lleva el nombre de La Mirada de William Armstrong y examina el período del cambio de siglo propiamente enmarcado en tres eventos significativos que marcan el desarrollo urbano de la isla: la demolición de las murallas de la Capital, la Guerra Hispanoamericana y el huracán San Ciriaco. Con el cambio de soberanía en el 1898, acompañaron a los militares un contingente especialistas en cartografía, agrimensura, fotografía e ingeniería, con la misión de recorrer la isla y producir un reconocimiento exhaustivo del territorio. Uno de estos, William Armstrong, fue un ingeniero militar norteamericano encargado de preparar un mapa militar de la isla. Sus cuadernos, producto de 10 años de trabajo, constituyen una radiografía minuciosamente documentada con fotografías, postales, croquis, planos y mapas anotados que describen con extraordinaria riqueza la condición de Puerto Rico en la primera década del siglo 20. En Clave de Gris El cuarto volumen, En Clave de Gris, describe el desarrollo urbano de la isla durante el siglo xx. La primera parte examina el desarrollo físico de la isla previo a la II Guerra Mundial y a la creación del Estado Libre Asociado. El ensayo El Urbanismo de la Sugar Island se enriquece mediante el uso de fotos aéreas como nuevo instrumento cartográfico y las poderosas imágenes fotográficas de la Farm Security Administration a través del lente de fotógrafos como Edwin Rosskam y Jack Delano, entre otros. El segundo ensayo Viejos Cañaverales, Casas Nuevas examina el proceso de urbanización y suburbanización de la isla, comenzando con la construcción de la urbanización Puerto Nuevo en el 1948. Como herramienta de entendimiento de estos procesos se incluye un ensayo titulado Geomática, de Aurelio Castro, especialista en sistemas de información geográfica. El libro y sus documentos, lejos de forzar una lectura singular y secuencial permiten decomponer y recomponer la información de forma múltiple y diversa. En mi caso particular, la lectura de planos de Isabela, comenzando con el primero de 1791 hasta el presente, sirvió de herramienta de entendimiento y a su vez instrumento de proyección en el proyecto de revitalización del centro urbano del pueblo. Sin la mirada de William Armstrong en el 1910 y sus anotaciones sobre los parterres en la Plaza Pública, desaparecidos hace cincuenta años, no hubiese sido posible su transformación de lo que era hace dos años a lo que es hoy día. Puerto Rico Urbano, al privilegiar la cartografía como herramienta de entendimiento sirve a su vez de homenaje a los personajes, en su mayoría olvidados o más bien nunca reconocidos, que contribuyeron con su trabajo a forjar nuestra memoria urbana –August Plée, naturalista francés en el 1821, Ramón Soler Fort en el 1865, William Armstrong en el 1910, los fotógrafos López Cepero, Feliciano Alonso y Atilio Moscioni a finales del siglo 19, Edwin Rosskam y Jack Delano en el siglo xx, entre muchos. De igual forma se destacan las contribuciones institucionales como la documentación del Cuerpo del Estado Mayor del Ejército Español, los planos del Puerto Rico Fire Underwriters, la fotografía aérea del Departamento de Obras Públicas comenzando con el primer vuelo en el 1936 hasta las imágenes de satélite de nuestros días. Cada uno de ellos son héroes anónimos de nuestra historia. A través de Puerto Rico Urbano su trabajo cobra nueva vida como instrumento de investigación y entendimiento. La publicación de Puerto Rico Urbano, a la vez que constituye taller de investigación y estudio futuro, apunta indiscutiblemente a trabajos o asignaturas pendientes. Tres áreas de estudio vienen a la mente. En primer término, pensamos en la secuela necesaria al libro de Aníbal Sepúlveda –San Juan, Historia Ilustrada de su Desarrollo Urbano 1508-1898 – donde se explore el San Juan Metropolitano y su desarrollo durante el siglo xx. Un segundo flanco de investigación necesaria centra en la Ley de Municipios Autónomos, los Planos de Ordenación Territorial y su impacto en la urbanística puertorriqueña. Finalmente un proyecto necesario es la contraparte de Puerto Rico Urbano en la forma de un Atlas sobre el Puerto Rico Natural, su geomorfología, recursos y espacios naturales. Finalmente debemos resaltar el dato de que entre el 1898 al 1911 se publicaron, principalmente en Estados Unidos, numerosos libros ilustrados sobre Puerto Rico. En el libro se reseñan 36 en este período, el más famoso de estos siendo Our Islands and Their People, de 1899. Esta ‘mirada de afuera’ contrasta con una resistencia local de reflexionar sobre nuestra propia condición urbana. En la disciplina urbanística las publicaciones de Carimar, de Enrique Vivoni, de Jorge Rigau, entre otros, son excepciones a la regla. Puerto Rico Urbano es una obra trascendental no solo por la profundidad de su contenido, sino porque representa una visión de puertorriqueños escribiendo sobre Puerto Rico. Como tal, Puerto Rico Urbano es a la vez, instrumento de documentación, de crítica, de reflexión y de introspección. No solo sobre nuestro pasado, sino sobre nuestro futuro. Puerto Rico Urbano es por ende modelo, estímulo y recurso para nuevas generaciones de investigadores puertorriqueños. Por esto, hoy debemos celebrar con orgullo la contribución de Aníbal Sepúlveda, Jorge Carbonell y Néstor Barreto quienes se unen a Abbad y Lasierra, a Brau, y a de Hostos como distinguidos cronistas de nuestra historia urbana. Andrés Mignucci 23 de diciembre de 2004 |