- Nuestro grano de cultura y esperanza
El año 2004 fue pródigo en eventos, sucesos, estadísticas y opiniones que reafirman dos hechos incontrovertibles: la pujanza del idioma español y la voluntad de acción para que el libro siga ejerciendo su rol influyente en la sociedad.
Una mirada somera al panorama de los acontecimientos literarios ocurridos cada mes del año bastaría para convencernos de que el libro y la literatura tienen su público, por mucho que hablar en estos términos implique referirnos de alguna manera al fenómeno del mercado, fluctuante entre el ineludible costado económico de cualquier proyecto cultural y estético, y lo que muchos consideran un anatema, razonablemente y con preocupación.
Innumerables entregas de premios, ferias del libro, coloquios y forums universitarios continúan mostrando el lado propio del arte literario, desde el mundo académico al gremio de los autores y al vasto y diferenciado universo del público.
Quizá el Congreso de la Lengua Española se convirtió en el evento cimero donde, en feliz conjunción de la literatura con su instrumento lingüístico, se expresaron con mayor consenso las ideas que ubican la voluntad de acción en el contexto social y cultural contemporáneo.
El Año Iberoamericano de la Lectura coordinado y anunciado para el 2005, se propone principalmente una promoción de la lectura como herramienta de inclusión social y desarrollo. Congreso Internacional de la Sociedad Española de Didáctica de la Lengua y la Literatura sirvió de marco para insistir en la promoción de la lectura y la metodología de la docencia en las escuelas.
Voces autorizadas proponen vías concretas para fortalecer la presencia del libro y la influencia insustituible de la literatura en la formación social, en un mundo donde se han expandido las posibilidades de comunicación y acceso al intercambio de símbolos. Al producto mercantil pseudocultural y banalizado, se opondría un producto cultural auténtico que participe además de la competencia en los medios audiovisuales.
Esta confluencia de ideas, opiniones y acciones, nos indica que los dictados del mercado son conjurables y siempre será posible hallar el espacio fecundo para la cultura, donde germine el arte literario y el libro siga siendo un instrumento entrañable que se se atesora y se utiliza, no un objeto más destinado al desecho y al reciclaje.
Juan Goytosolo, Premio de Literatura Juan Rulfo 2004, ha reafirmado ilustrativamente su convencimiento de que ante la invasión de las superventas que dominan el interés de las grandes editoriales “y o prefiero publicar en editoriales más pequeñas en que el libro no es tratado como una simple mercancía".
Nos satisface que el proyecto cultural de la Editorial Plaza Mayor se abra entonces como uno de esos espacios alternativos que confirman y dan continuidad a una tradición humanizadora y profundamente identitaria.
Sirva el pórtico de un nuevo año para reafirmarnos en esa misma voluntad de acción y seguir compartiendo junto con nuestros autores y lectores nuestro grano de cultura y esperanza.
Patricia Gutiérrez.
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