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  • Absurdos & Co. Teatros en el teatro de Myrna Casas
    (Prólogo)
    Rosa Luisa Márquez


Tomen un círculo, acarícienlo y se volverá un círculo vicioso.
EUGÈNE IONESCO

¿Qué? Calma, todos los caminos llegan a ninguna parte.
MYRNA CASAS
Absurdos en Soledad.

Ayer escuché a una colega diciéndole a una estudiante que no había que entender el Teatro del Absurdo para apreciarlo. No estoy de acuerdo. El Teatro del Absurdo se entiende, es muy coherente.  Sigue las reglas que impone el teatro mismo. Es teatro y no intenta copiar la vida. Establece el espacio vacío de la escena como lugar de representación en donde tanto actores como espectadores comparten un mismo tiempo. En otras palabras, sucede en un presente permanente. Sus personajes son seres que ejecutan la acción aquí y ahora. No cargan con el peso de una historia anterior. De hecho, es el payaso el personaje emblemático de este teatro. Nos reímos de la situación que a él le causa llanto.

Las tramas del Teatro del Absurdo en general son circulares. Empiezan como terminan. Terminan como comienzan. Las ideas que aborda son el estar, el existir, la espera, la duda, la conciencia del tiempo y de la muerte. Su lenguaje se construye con sonoridades, repeticiones, balbuceos sin sentido, preguntas sin respuestas. Hace reír por sus estrategias repetitivas, hiperbólicas, fársicas. Y hace pensar. Nos remite a la falta de comunicación a través del intento mismo de comunicar, a la angustia existencial. Los lenguajes escénicos son autorreferenciales. No se ocultan. No sucede en palacios, casas y ante paisajes. Sucede bajo la bombilla, ante la madera y la tela, dentro de la instalación; en fin, en el teatro.

El Teatro del Absurdo tiene sentido. Se entiende aunque no exclusivamente por la razón. Se percibe a través de los distintos estímulos con que bombardea al espectador: los visuales, los cinéticos, los auditivos, incluyendo los sonidos del silencio, los de las acciones y los de la inmovilidad. Se entiende, si se comprende el universo del teatro.

Surge luego de la Segunda Guerra Mundial, en respuesta a la posibilidad del fin de la humanidad, ante el exterminio de siete millones de judíos y de veinte millones de soviéticos. Se nutre del existencialismo, del teatro épico. Es el teatro sobre la vida ante la muerte. Y aunque nace en Europa, crece y se multiplica en las Américas.

Myrna Casas conoce el universo del Teatro del Absurdo desde temprano. Lo experimenta como actriz, como diseñadora, como productora, como directora y como dramaturga. (Y hasta como directora ejecutiva del Centro de Bellas Artes, rol que ejecuta al momento en que escribimos.) Como actriz, lo encarna en el personaje de Hortensia de Los soles truncos, personaje que René Marqués concibe para ella. Según el análisis del crítico de teatro Lowell Fiet, la obra representa una aproximación al Teatro del Absurdo.

 

Obviamente, Los soles truncos ofrece una complejidad de interpretaciones que reflejan múltiples funciones y significados teatrales. Los ritmos chejovianos, los juegos pirandellianos entre ilusión y realidad, la técnica cinematográfica (desarrollada por Miller y Williams) de yuxtaponer el presente y el pasado a través de flashbacks y el sentido grotesco y esperpéntico de Valle Inclán y más aún Jean Genet, preparan el escenario para una obra radical capaz de indagar sobre el ser y el no ser y la (im)posibilidad de una identidad definida, fija y confiable, dentro del siempre cambiante entorno humano, puertorriqueño y universal. Por eso dentro del universo del teatro europeo-norteamericano contemporáneo en el que Marqués escribía, no es difícil ubicar la obra

próxima al Teatro del Absurdo...

 

   (El teatro puertorriqueño reimaginado, pp. 197-98)

 

¿Cuándo? Antes, después, ahora... es igual.

Casas entra al mundo del teatro en pleno florecimiento del Teatro del Absurdo. Dos de las obras emblemáticas del movimiento estrenan en la década del 50, La cantante calva de Eugène Ionesco en 1950 y Esperando a Godot de Samuel Beckett en 1953. Los soles truncos se presenta en 1958 durante el Primer Festival del Teatro del Instituto de Cultura Puertorriqueña con Hortensia-Myrna como protagonista y móvil de la acción. El personaje se manifiesta desde la muerte. La obra sucede mientras sus dos hermanas se preparan para enterrarla. Hortensia regresa a la memoria de Inés y Emilia para atormentarlas. En el ataúd Hortensia es otra vieja más. Sin embargo, vuelve joven para hacerles recordar el suplicio de estar, de envejecer, de hacerse daño, de habitar juntas todos los tiempos. Como en A puerta cerrada de Jean Paul Sartre, en esta obra: el infierno son los demás. Esa es la tesis del teatro existencialista de Sartre, de Camus, precursores del Teatro del Absurdo.

A principios de los años 60 Casas estudia una Maestría en Actuación en Boston University. En el taller del Prof. Samuel Hirsch escribe en inglés y para representar, el primero de los que más tarde fueron sus Absurdos en Soledad: No more lullabyes (Nadie le canta a un niño) que coloca como Segundo Absurdo en el libreto final, comienza así:
 

(El escenario está vacío excepto por un sillón viejo en el centro donde se

sienta la Abuela. Hay un foco de luz que ilumina el área de la derecha abajo.

Al subir el telón la Abuela se mece y canturrea. Viste un desteñido aunque

pulcro traje blanco y negro.)

  

ABUELA

 (Canta) Ayer fui rosal encendido.
             Ahora
             la rosa solitaria duerme sobre mi tumba.
             El amor es una espina
             con un pajarillo a cuestas
             cantando
             muerte
             sin pétalos.
             Uno por uno y dos por tres,
             sé de un árbol
             cinco, seis, siete
             que se fue al cielo.
             El amor es un árbol
             con un pajarillo a cuestas
            
cantando
             muerte
             sin parques... sin parques...

 

A country road. A tree. Evening, así comienza Esperando a Godot. Casas conoce las obras de Beckett, Genet, Ionesco y Albee y dialoga cómodamente con ellas. Pero no se limita este diálogo a los escritores emblemáticos del Teatro del Absurdo; también dialoga con sus compatriotas, René Marqués y Luis Rafael Sánchez y hasta con Federico García Lorca sobre el teatro como circo, como lugar donde se representa el teatro dentro del teatro.

Myrna regresa a Puerto Rico a enseñar en la Universidad. Crea y enseña el curso de Teatro de Vanguardia. Lo imparte con conocimiento profundo, produciendo en nosotros, sus estudiantes, un gusto especial por los temas y las estrategias que constituyen el movimiento. En los cursos teóricos nos enseñó a gustar de y entender el trayecto histórico de Ibsen y Chéjov a Ionesco y Beckett. Nos abrió las puertas del Teatro del Absurdo que todavía enmarcan el que realizo y prefiero. Nos hizo reflexionar sobre dios, sobre su muerte, sobre el tema de la guerra en plena guerra de Viet Nam y sobre el lugar que ocupa el teatro mismo en nuestras vidas. Nos invitó a dudar, a creer y a crear.

Durante la misma época se esmera en dirigir montajes universitarios que enfatizan la teatralidad por encima del realismo como La loca de Chaillot de Jean Giraudoux, Ubú Rey de Alfred Jarry, Asia o el lejano oriente, Tric-trac de Isaac Chocrón y hasta La gaviota de Antón Chéjov, obra realista en la cual el teatro dentro del teatro es elemento fundamental de la dramaturgia. Luego obtiene su doctorado en Teatro y Educación en la Universidad de Nueva York.

No se puede. Podrás. ¿Cómo? A través del amor.

En 1963 Casas estrena en el Ateneo Puertorriqueño Absurdos en Soledad. Editorial Cordillera la publica en 1964. La obra pronto se convierte en un clásico del teatro puertorriqueño y se agota la edición. Tanto grupos profesionales como universitarios y de escuela superior lo incorporan a su repertorio. Resulta particularmente atractivo por los temas que aborda: el desamor, la vejez, la muerte, la violencia, la intolerancia ante la diferencia, el cabaret y sobre todo por la forma ágil y fragmentada en que presenta estos temas permitiendo que cada Absurdo se presente solo o en combinación con otros. Además, concibe personajes atractivos que no tienen edad ni género específico que son una provocación para los intérpretes.

Durante el proceso del montaje original, el director Pablo Cabrera le solicitó a la dramaturga que creara enlaces entre los seis Absurdos que contenía el libreto inicial. De forma orgánica surgieron las Soledades escritas por Myrna para la Niña y la Actriz, que muy bien podrían ser dos tiempos del mismo personaje. Ambas juegan a negar y sostener la ficción del teatro como teatro y a la vez como parque; como realidad y como lugar donde sucede lo imaginado. El diálogo fructífero entre el director y la dramaturga logra que la obra se complete durante el proceso de ensayos.

La primera Soledad comienza con la Actriz intentando entrar al escenario en donde se topa con la Niña que se lo impide. La Niña le indica que lo que la Actriz llama teatro es en realidad un parque. Tanto la Niña como los seis Absurdos subsiguientes interrumpen el intento de la Actriz de entrar a escena para contar su historia. Una vez logra su objetivo y comienza a contar, la pieza termina. Al final, el Sexto Absurdo se funde con lo que podría ser la Séptima Soledad:

 

(La actriz de la Soledad entra vistiendo algo llamativo y bastante feo.)
            ACTRIZ
            ¿Cuándo empezamos?
            ESTE
            (Se levanta.) Hemos terminado.
            NENA PRIMERA
            Si, ya hemos terminado.
            NENA SEGUNDA
            Todo ha terminado.
            NENA TERCERA
            Sí.
            ACTRIZ
            Muy bien. Estoy lista.
            (Todos salen menos la Actriz que empieza a hablar mientras cae el telón.)


Esta es la historia de una niña. Por supuesto esa niña era ésta... digo... era yo. Pues bien,           yo miraba hacia fuera un día sentada en la verja de mi abuela mientras pasaban los vecinos. Teníamos unos vecinos más raros. Había un hombre que...

 

FIN

 

 

Los periódicos que entonces se caracterizaban por publicar críticas y reseñas serias y rigurosas, recibieron con entusiasmo la obra. Robert Lewis, profesor de literatura comparada de la Universidad

de Puerto Rico y crítico del periódico San Juan Star escribe lo siguiente el 25 de febrero de 1963:

 

            Is it theater? Yest, in spite of the little girl. Avant-garde theater, where in Ionesco´s words, anguish is made liberty, where nothing is important but our astonishment at existence in a fictitious world, and all human conduct becomes absurd. Theater in which all communication has broken down... Intellectual vaudeville. Burlesque to mock the sickness of our time. Abelly laugh at the audience. Theatre to end theatre.


Miss Casas admits to the influence of Albee (Who´s Afraid of Virgina Woolf?), Genet  (The Balcony, The Blacks), Beckett (Waiting for Godot,Endgame). That is, those whose theatre of the Absurd, ridiculed yesterday, has taken over the contemporary stage throughout the world.
 

Director Pablo Cabrera did marvels in translating the authoress´s intentions to the stage. With rare delicacy of discernment he stressed both the tragic and the zany values of this fantasy through color, line and choreographic movement…
 

The actors had a wonderful time up there. Between anguish and liberty, they clowned to the top of their bent…
 

Audience reaction? Well, the audience seemed pretty avant-garde itself. It soon stopped trying to understand and just plain loved it.

 

Juan Luis Márquez, periodista y crítico de teatro publica el 6 de abril de 1963 en el periódico El Mundo:

 

Los Absurdos en Soledad cobran una realidad actuante y dejan de ser absurdos, porque el sueño del hombre, aunque en muchas ocasiones no lo confiese, es emanciparse de la muerte…

 

En su obra, la desesperanza vence al amor…

 

Apuntemos que Absurdos en Soledad está integrada por siete estampas distintas, tratadas con esmero y sobriedad, sin vanos sentimentalismos, sin vacía teatralidad…

 

 

A mí se me antoja que cada uno de estos Absurdos podría desarrollarse en una obra distinta. Pero ese es un problema de la autora. Por –eso, cuando cayó el telón en su reciente representación en el Ateneo– me asaltó la idea de que Myrna Casas entró, sin miedo y con su desparpajo habitual y juvenil, en el inmenso sarcófago que es la vida —donde empezamos a morir en el mismo instante en que nacemos— trayéndonos siete magníficos esqueletos, con los que se confabula, creadoramente, para jugarle una sardónica travesura a su auditorio.

Absurdos en Soledad es una provocación extraordinaria para los directores por sus contenidos universales y a la vez pertinentes, por su carácter lúdico y por sus didascalias abiertas al juego escénico... Acotaciones como Lugar de Acción: Cualquier, Época: Cualquiera, y como las que anteceden al Primer Absurdo: A persiana abierta, son una invitación a imaginar y realizar montajes ricos en significantes, según la interpretación de los creadores que optan por escenificarla.

 

(En el medio de la escena aparecen las seis persianas. Pueden ser seis actrices vestidas sencillamente de negro. Todas llevan una persiana, sea en la mano, la cabeza o donde se le ocurra al director. La Mujer está de pie hacia la derecha; El Hombre hacia la izquierda.)


¿Dónde?
(En el teatrito al costado del Teatro de la Universidad).

La Niña: Esto no es un teatro.

Me interesó dirigir Absurdos en Soledad desde que la leí a finales de los años sesenta. Fue nuestro proyecto final del curso de Dirección Escénica en 1969. Ruth Dina Morales, Gilda Orlandi y yo colaboramos en el montaje. Cada una escenificó un Absurdo y entre todas, las Soledades. El Primer Absurdo se hizo como se estilaba entonces, con leotardos y medias negras y una escalera de tijera.

Dirigíamos y actuábamos a la vez. Hablábamos de nuestras propias soledades, desencuentros amorosos y de la pasión por hacer teatro. Luego la volví a dirigir en 1994 para hacerle un homenaje a Myrna y así darle las gracias por todo lo que me había enseñado.

Estas fueron las Notas al Programa:

 

Absurdo: trabajar y estudiar en un teatrito destartalado, polvoriento, con puertas sin cerraduras, ventanas sin manivelas, cubierto de plataformas viejas, sillas rotas, escaleras precarias de larga historia.

 

Lógico: llenarlo de gente apasionada, inquisitiva, de colores brillantes, de luz y brisa juguetona y tropical, de preguntas continuas sin respuestas aparentes, pintar las paredes, decorar sombrillas viejas, revivir un texto estimulante y juguetón.

 

Las causas son muchas: un gran cariño por Myrna Casas, un deseo de recordar sus Absurdos. La obra “abierta” estrenada en 1963 provocó en los estudiantes-actores 31 años más tarde, imágenes de allanamientos en Residenciales, de muertes cercanas: la de Antonia Martínez,Adolfina Villanueva, Mark Adams y Carlos Soto Arriví; del qué dirán

destructor, de las opciones en el amor, del aparato publicitario y hasta de Pablito, el fantasma operante que es sereno y protector del Teatro Universitario.

 

Los azares fueron muchos también: talleres iniciales con los amigos de Yuyachkani: Teresa Ralli y Miguel Rubio; un grupo de jóvenes fajones, entusiastas, preguntones, con ganas de hacer y decir; colaboradores fundamentales en la creación de sentidos escénicos, de los materiales de trabajo; poco, muy poco tiempo para profundizar lo suficiente,

para errar más a menudo, para probar distintas alternativas.

 

Las causas y los azares se cuajaron en ganas de mostrar y compartir con ustedes el producto del proceso. ¿Cómo balancear proceso y producto? Les invitamos a conocer lo que hemos hecho hasta ahora... La doctora Myrna Casas fue profesora del Departamento de Drama desde 1955 hasta su jubilación en 1985... su pasión ciertamente ha sido el teatro. El lenguaje fragmentado e ilógico del Teatro del Absurdo, que no su contenido angustioso, define el discurso predominante de su obra dramática. El teatro mismo es el tema principal, las dinámicas relaciones entre actores y actores y entre actores y la trasescena. Esa opción refleja un juego análogo entre protagonistas de la vida cotidiana

y los mirones, entre Puerto Rico y Puerto Rico. Por eso nos atrevimos a convertir sus acotaciones en personaje, a ver qué le parece a la autora...

 

Entre sus obras están: Eugenia Victoria Herrera, La trampa, El Impromtu en San Juan, Tres, Cuarenta años después, El Gran Circo Eucraniano, Este país no existe y No todas lo tienen.

 

La incorporación del personaje de Pablito, quien verbalizaba todas las acotaciones del texto, fue un elemento que añadí al montaje. El personaje de Pablito funcionaba como un asistente de escena, estaba siempre presente, movía elementos, limpiaba, opinaba. Evocaba a un Pablito verdadero, que murió durante la construcción del teatro en los años cuarenta. El Pablito-personaje, encarnado por una actriz con mameluco y gorrita de visera concretizó la teatralidad, la reflexión del teatro dentro del teatro, uno de los temas recurrentes en las obras de Myrna y en todas las recopiladas en esta edición. Lowell Fiet escribió en mayo del 1994 para Claridad lo siguiente:

 

... lo que noté, más dentro del por dentro de esta producción es el deseo estudiantil de no sólo actuar papeles y esperar sus entradas y salidas, sino de tener una experiencia creativa intensiva...

 

La producción de Absurdos en Soledad… es la reivindicación del texto de Myrna que es una de las obras mejor escritas del teatro puertorriqueño...


Es el teatro mismo el que salva a la Actriz de las Soledades en Absurdos en Soledad, aunque al ocupar ella la escena termina la obra. Sin embargo, cada noche, sigue intentando apropiarse de las tablas para contar su historia, como Myrna y como también lo hace la Actriz #1 en Al garete:

 

Esta es la historia de una mujer. Yo fui su mejor amiga. Tuvo ella también un mejor amigo. Médico él, que la adoraba. Y luego su marido —el de ella— a quien ella adoraba. Él nunca la entendió...

 
Las otras tres obras que contiene esta antología suceden en el universo del teatro. La dramaturga nos recuerda continuamente que estamos presenciando una función.

No todas lo tienen (1975), Este país no existe (1993), y Al garete (1997) pertenecen a un universo imaginario en donde la dramaturga escribe para una compañía de actores. Las tres obras hermanas de El Gran Circo Eucraniano, publicado por esta misma Editorial en 2004, exploran el mundo cotidiano y extraordinario de los ensayos y las funciones; el universo de los actores, directores y dramaturgos atrapados en sus pequeños o grandes enredos históricos, histéricos e histriónicos.

Myrna se rodea de un grupo de actores-amigos en Producciones Cisne (fundada junto a la actriz Josie Pérez en 1963) y escribe tomándolos en cuenta. En entrevista realizada el 31 de octubre de 2009,

dice:

 

El Gran Circo fue una especie de homenaje a ese grupo que había estado andareguiando por la Isla que es lo que pasa en El Gran Circo. El Gran Circo tiene ese propósito de homenajear a esta gente.

 

Para los que conocemos a los actores intérpretes de los montajes, imaginamos sus cuerpos en escena al leer los textos, escuchamos sus voces, recordamos su proceso de madurez, envejecimiento y muerte y nos conmovemos con la lectura. Escuchamos la voz

susurrante de Gladys Rodríguez, vemos el cuerpo regordete y juguetón de Elsa Román desplazándose por la escena mientras volvemos a ver el porte de Ángel Domenech y Rocky Venegas. También evocamos la presencia de Josie Pérez en el rol de Gabriela José,

la dueña del Gran Circo Eucraniano y co-productora de Producciones Cisne, la Compañía que compartió por décadas con Myrna. Es necesaria la memoria, como es necesaria la imaginación para pasar del lugar bidimensional de la página escrita al universo tridimensional y vivo del teatro. Y estas obras también provocan un ejercicio extraordinario para el recuerdo.

En No todas lo tienen (1975) Myrna revela un universo de relaciones de pareja malogradas. Y al final regresa al leit motif del teatro dentro del teatro. Los personajes se hacen las mismas preguntas que en los Absurdos: ¿qué obra, qué líneas, qué escena, qué juego?, enjuiciando y cuestionando sus particulares premisas temáticas. La dramaturga pone en boca del personaje de Luis una crítica a su propia opción de vida.

 

LUIS

Maldita sea la vanguardia. Malditos sean los críticos. Maldita sea el teatro.

 

 

El final de la obra rompe la ficción y regresa al público al lugar de la representación. El personaje de Aurora agotada por tanto conflicto, decide detener la pelea sobre la comida y propone terminar la obra.

 

 

LUIS

Bueno, dejen la discusión, qué importa de dónde sea el maldito

arroz ese.

AURORA

Bueno, qué tal si hacemos el final…

GABY

¿El final de qué…?

LUIS

El final de esta obra… (Salto en el texto.)

GABY

En esta obra no hay final.

AURORA

¿Cómo que no? Todas las obras lo tienen…

GABY

NO TODAS LO TIENEN.

 

 

Y como en el final de La cantante calva de Ionesco:

 

(Comienzan a discutir todos a la vez. Aurora se acerca al público y trata

de disculparlos, mientras el telón comienza a bajar. Cuando el telón está abajo

Gaby toma una pistola y le tira al público. Nico y Luis la agarran. Aurora

sigue disculpándose.)

 

Diez años después del estreno de No todas lo tienen, Luis Rafael Sánchez retoma magistralmente en Quíntuples (1985) el tema del teatro dentro del teatro. Al final de este otro clásico del teatro puertorriqueño, Sánchez convierte a los personajes de la ficción en personajes-actores para romper la ilusión teatral. Papá Morrison, padre de los quíntuples Morrison, pasa exhausto de la narración épica de sus proezas sexuales al personaje de El actor mientras hace malabares con los tiempos verbales:

 

PAPÁ MORRISON

... No pude más, no pude más, no pude más.

 

 

(El Gran Divo Papá Morrison o El Actor que interpreta a Papá Morrison

efectúa la transición más extraordinaria que jamás se intentó. En la gloria

suprema de su sonrisa —la sonrisa que le desborda la cara— como un corredor

olímpico que alcanza la meta y triunfa. El Gran Divo Papá Morrison o El

Actor que interpreta al Gran Divo Papá Morrison salta de la silla de ruedas

mientras exclama más allá de la euforia lo que sigue.)

 

 

EL ACTOR

Yo tampoco puedo más. No puedo fabular más. No puedo armar

más imaginaciones con palabras... (Salto en el texto.)

 

 

(La actriz y el actor comienzan a quitarse el maquillje frente al público...).

 

 

En Este país no existe o La conjuración del guayacán (1993), Myrna le hace guiños a su amigo y colega René Marqués y a la vez se apropia del discurso grandilocuente de las telenovelas. Durante el ensayo que se escenifica dentro de la obra, el personaje de Rosa Luna intenta encarnar a Mariana de los Ángeles que llora acongojada en un sillón Isabel II, mientras Rosa Luna-actriz se burla de que el sillón que hace falta para la escena no existe porque lo vendieron.

El personaje de Esther que encarna a la esclava Confraternidad, se queja de la manera extraña en que tiene que decir sus líneas. El esclavo liberto de Mariana o el Alba de René Marqués se llama Redención y hablaba en el dialecto que el dramaturgo le asignó a su personaje. Myrna hace alusiones a los personajes marquesianos desde la frágil frontera entre el drama y el melodrama al construir una representación histórica dentro de la representación teatral. Establece rupturas continuas entre la obra que se representa y los actores que la ensayan. Y los espectadores y lectores imaginamos por momentos que tal vez están intentando adaptar para la televisión, una versión libre de Mariana o el Alba, el célebre drama histórico de René Marqués.

En Este país no existe hay también pasajes que nos recuerdan el diálogo final entre Juanita y su madre Doña Gabriela en La carreta de Marqués cuando deciden regresar de Nueva York a Puerto Rico a cultivar la tierra:

 

JUANITA

Así volveremoh al barrio! Uhte y yo, mamá, firmeh como ausuboh sobre la tierra nuehtra, y Luis dehcansando en ella!

 

DOÑA GABRIELA

Sí, así como tú diseh. Como ausuboh. Firme´como ausuboh. (La voz empieza a quebrarse.) Como ausuboh que lah máquinah no puéan jamahtalar!

 

En Este país no existe Rosa Luna ensaya así:

 

(Lee.) “No te preocupes, Confraternidad, ambas labraremos la tierra y sacaremos adelante esta hacienda. Dios y todos los santos oirán nuestros ruegos.”

 

Don Crisol también ensaya en la obra:

 

(Lee.) “Yo también amita, hago aquí el juramento. Honor al guayacán, ausubo de todos los tiempos. Nunca habrá de extinguirse el fuego del guayacán.”

 

 

Los personajes actores de Este país no existe intentan pero, no logran presentar la obra. No son grandes actores, se burlan de los textos, como se burla Myrna de ellos, mientras a la vez, le hace un homenaje a la dramaturgia nacional.

En Al garete (1997), Myrna profundiza en el juego entre actores y espectadores intercambiando los roles tradicionales que se les asignan a los componentes esenciales del hecho teatral. Dice sobre este recurso:

 

Yo rompo la pared. Esa es mi propuesta. En que no esté clara la diferencia entre la realidad y la ficción. Hay un momento en El Gran Circo en que los personajes se lanzan al público y le dicen mírense en el espejo..
 

La cuarta pared imaginaria que separa al actor del espectador desaparece por completo y los actores que representan a actores pasan de la escena al lugar del público y del público a la escena con gran facilidad. Entonces, los roles se confunden.

 

ACTOR #3

¿Qué hacen?

 

ACTOR #2

Una encuesta (al unísono).

 

ACTOR #1

Discutiendo (al unísono).

 

ACTOR #3

Pero, ahí hay gente.

 

ACTOR #2

¿Y qué?

 

ACTOR #3

Bueno, ¿qué encuesta?

 

ACTOR #2

A ver quién quiere ser actor.

 

ACTOR #3

¿Del público?

 

ACTOR #1

¿De quién va a ser?

 

ACTOR #3

Pero ellos son el público.

 

 

ACTOR #2

¿Y qué? También podrían ser actores.

 

 

ACTOR #3

¡Qué va!

 

 

ACTRIZ #1

Hagamos la encuesta. Levanten las manos los que quieran ser actores o actrices.

 

La obra se desarrolla con la participación activa de los espectadores. Y termina con una verdad y una mentira, una ficción y una realidad, que nos remite al debate entre la Actriz y la Niña de los

Absurdos:

 

ACTRIZ #1

Muchachos, muchachos. Recuerden que el teatro, como la sexualidad,

tiene sus normas. Algunas preceden al acto...

 

ACTOR #2

Mentira: (de mentir) Expresión contraria a la verdad.

  

La Prologuista, añadiría las siguientes acotaciones para concluir:

 

Instrucciones para la lectura de estas obras de teatro dentro del teatro

de Myrna Casas: devorar de principio a fin, imaginar, reflexionar y disfrutar.

(Y también entender... si estiman necesario.) Y sobre todo, representarlas,

que el teatro no es teatro si no se representa.

¡Abajo la cuarta pared y arriba el telón!

 

 

San Juan, Puerto Rico, enero de 2010

 

 

Sumario de la obra

 

Absurdos & Co. Teatros en el teatro de Myrna Casas. Prólogo por Rosa Luisa Márquez 7

Absurdos en Soledad 21

No todas lo tienen 127

Este país... ¡no existe! o La conjuración del guayacán 219

Al garete, o séase manga por hombro 293

 

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