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  Boletín  Presidenta: Patricia GutiérrezAño  2004 ● 31 de Mayo  ● Número 5  www.editorialplazamayor.com

    

 

 

Noticias

AUSPICIA PLAZA MAYOR CONGRESO INTERNACIONAL

Más de 15 autores publicados en la editorial Plaza Mayor intervienen en  el Primer Congreso Internacional de Lengua, Literatura y Educación, que se realiza entre el 31 de mayo y el 3 de junio en Ponce, Puerto Rico, en el Ponce Milton de esta ciudad.

El evento ha sido organizado por el Departamento de Educación y es auspiciado también por Plaza Mayor, que cuenta con un espacio para exhibición y venta de libros durante los cuatro días de actividades. 

Este Congreso se dedica al ilustre intelectual Enrique A. Laguerre, autor de La llamarada, publicado por Plaza Mayor en sus clásicos comentados.

Dos conferencias magistrales serán impartidas por los destacados escritores latinoamericanos Antonio Skármeta (“El mundo como metáfora: cien años de Pablo Neruda”),  y Sergio Ramírez (“Esplendor del Caribe: centenario de Alejo Carpentier”).

Estas actividades están complementadas por  conferencias de  Juan Flores, Mayda Burgos, José Luis Vega, Juan Antonio Ramos, María Vaquero, Yanitzia Canetti, Carmen Dolores Hernández,
 y otros importantes  intelectuales.

El Congreso presenta además el Foro Magistral Sobre el Caribe, con la presencia de los escritores y académicos Antonio Benítez Rojo, de Cuba, Luisa Viciosa, de República Dominicana, y Edgardo Rodríguez Juliá, de Puerto Rico. Asimismo un foro dedicado  a Nuevos Enfoques de la Inteligencia: Palabra y Conocimiento, donde intervienen los doctores Evelyn Ortiz, Luis Ramírez y José Peña Albert.

En el marco del evento quedará configurada  una organización de maestros de español en Puerto Rico y se ofrecerá el espectáculo musical Ecos de Borinquen.



LIBROS DE PLAZA MAYOR NOMINADOS AL ANNUAL LATINO  BOOK AWARD

 Los libros Latino /a Literature in the English Classroom, de Manuel Hernández,
y Keka en el Museo de Arte de Ponce, de Francis  Bragan Valdejully, publicados  por Plaza Mayor, han sido nominados  para el 6th Annual Latino Book Award.

 Plaza Mayor estará participando en la Book Expo America (BEA), entre los días 4 y 6 de junio, en la ciudad de Chicago. Allí realizará una exhibición y venta de libros en el stand colectivo de Puerto Rico.

 La editorial asiste también a la Convención de TESOL (Teachers of English as a Second Language), que se realiza el 12 de junio en la Universidad de Puerto Rico, Recinto  de Río Piedras.


NOVELA DE ANTONIO ÁLVAREZ GIL  GALARDONADA EN ESPAÑA


La novela Delirio nórdico, del escritor cubano Antonio Álvarez Gil,  recibió el Premio Ateneo Ciudad de Valladolid, en España, el segundo galardón más antiguo de este país tras el Premio Nadal y dotado con 30,000 euros.

El nuevo relato del autor ha compartido ex aequo el premio con la novela Los círculos de noviembre, del autor sevillano Julio Manuel de la Rosa, y está basada en la experiencia histórica de la llamada crisis de los balseros en Cuba, así como de los cubanos que durante la década del 90 intentaron radicarse  en Suecia.

Álvarez Gil obtuvo en 1983 el Premio David que otorga la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, por su libro de cuentos Una muchacha en el andén. Ha publicado además los  libros  Unos y otros (1990), Variaciones sobre un tema de Bulgakov (1991), Del tiempo y las cosas (1993),  Fin del capítulo ruso (1998) y Naufragios (2002),  con el que obtuvo el V Premio de Novela Ciudad de Badajoz.

Su novela Las largas horas de la noche (2003) ha sido publicada por la editorial Plaza Mayor en su Colección Cultura Cubana.


Autores

 

EL CULTIVADOR DE ROSAS BLANCAS
(Homenaje al escritor cubano Guillermo Vidal Ortiz)


 

 
 
Guillermo Vidal (derecha) junto a Patricia Gutiérrez, presidenta de la editorial Plaza Mayor, y los escritores Amir Valle y Alberto Garrandés, durante la Feria Internacional del Libro,
en Guadalajara, año 2002.


Dijo Carl Sandburgh: “Un árbol se mide mejor cuando ha caído”.

La enorme altura de Guillermo Vidal como persona, amigo y escritor, nos abruma desde el 15 de mayo. Lo sabíamos, pero de alguna manera el tránsito del vacío físico a esa otra vida en que se nos reparte ética y estéticamente es humano dolor.

No querrías tú mismo, Guille, habitarnos con una mueca o un rictus de olvido, sino con tu risa limpia, tu mano siempre abierta a la amistad y un chascarrillo para aligerarnos el tiempo. Y sobre todo con tu sombra, inmensa sombra de obra para compartirnos en el sueño reparador de la literatura más alta. Y tus raíces, en donde prenden ya este otro puñado de textos con que tus amigos empiezan a germinar tu nombre en la historia.
(Patricia Gutiérrez).

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Presentaciones

 

BENÍTEZ ROJO Y LOS DIFUSOS UTENSILIOS DE VIVIR

 José M. Fernández Pequeño

 (Palabras en la presentación del libro Paso de los vientos, Feria Internacional del Libro de Santo Domingo, 30 de abril de 2004).

 Al llegar, toda generación literaria es recibida por un canon bifurcado. De un lado están aquellos autores y obras considerados paradigmáticos, entendidos como representaciones de la calidad literaria según el gusto imperante. Este suele ser un corpus venerable, con extensas raíces tendidas hacia el pasado y que se sustenta sobre un consenso difícil de cuestionar. Del otro lado se ubican autores contemporáneos, dueños de una obra más o menos amplia, cuyo trabajo literario reciente extiende al escritor que se inicia propuestas concretas de cómo enfrentar el afán literario en el aquí y ahora de ese momento específico. Se trata de un “canon circunstancial”, que puede ser asumido por el debutante a partir de la afirmación o de la negación y que será violentamente modificado luego, con el paso del tiempo y la disolución de perspectivas en extremo inmediatas y, la mayor parte de las veces, extraliterarias.

 Muchos de los narradores cubanos que se asomaban por primera vez al balcón de la literatura en torno a 1970 encontraron mayormente ese “canon circunstancial” en la cuentística de autores que habían dado a conocer sus primeros libros luego de 1965. Aún recuerdo el impacto que sentí cuando, apenas un adolescente quinceañero, el amigo Manuel Llanes me mostró el cuento “No hay Dios que resista esto”, de Jesús Díaz. No habría para mucho más. Aquel momento sería remecido con violencia por el vendaval de un discurso político hiperdominante y enemistado con los matices, que azotó los años setenta en Cuba. Pero esa es una historia que espera por razonadores más acuciosos o quizás menos apasionados.

 Entre aquellos autores que encontramos al llegar (el propio Díaz, Norberto Fuentes, Eduardo Heras León, Manuel Cofiño y otros), el mayor en edad y el más maduro literariamente fue Antonio Benítez Rojo, quien había ganado en 1967 el premio Casa de las Américas con Tute de reyes y obtendría casi enseguida el premio de la UNEAC con El escudo de hojas secas. A una corriente literaria como la cubana de entonces, tan castigada por el discurso explícitamente referencial y el realismo sin trasfondo, Benítez Rojo trajo la finísima percepción estética de la historia, la verosímil inserción de lo fantástico y la calidad de un estilo dúctil, características que serían toques distintivos de toda su obra literaria. Hoy, cuando la hojarasca de la inmediatez ha sido ya despejada, sólo Jesús Díaz y Antonio Benítez Rojo muestran una obra personal, definitiva e incuestionablemente valiosa entre aquellos cuentistas cubanos que fueron recibidos en el segundo quinquenio de los años sesenta como los abanderados de una nueva narrativa revolucionaria.

 Pero antes y en concordancia con la sutil nota lúdica que muchas veces destella en su obra, el escritor Antonio Benítez Rojo nos jugó una mala pasada. Luego de abandonar Cuba, en 1980, el narrador que había mostrado tan auténticos destellos abrió un largo paréntesis de silencio y, de paso, sumió a sus lectores en una densa incertidumbre hecha de espera y anhelo. Cierto que sabíamos de su exitosa carrera como catedrático de literatura latinoamericana en Amherst Collage y como profesor visitante en Harvard, Emory, Brown, Yale, Pittsburg, Miami, etc. Cierto que su novela El mar de las lentejas (1979) fue reeditada y aplaudida en los Estados Unidos y otras plazas. Cierto que su actividad como investigador y profesor culminó en la publicación del ensayo La isla que se repite (versión definitiva en 1998), una de las más lúcidas reflexiones que se hayan hecho entre nosotros sobre la cultura múltiple y conflictiva del Caribe. Todo eso es cierto, pero seguíamos esperando las obras narrativas que el pulso certero de Benítez Rojo nos había prometido y que, por tanto, él nos debía.

 Así, confieso que inicié la lectura de Mujer en traje de batalla (2001) con miedo. Demasiados altares literarios se nos han venido abajo en los últimos tiempos para que también debiéramos sumar otra fe carcomida e inservible al extenso catálogo de las decepciones. Y admito que desde las primeras páginas la novela se adueñó de mi capacidad de asombro y me fue llevando, de admiración en admiración, a lo largo de un discurso literario donde campeaban aquellas virtudes de la obra inicial escrita por Benítez Rojo, pero decantadas ahora a través de su enorme cultura, su sabichosa y juguetona pericia literaria, su perspicaz manera de mezclar los códigos de la novela histórica, de formación, de aventuras, de viajes, y terminar subvirtiéndolos limpiamente desde dentro. Con su madurez y elegancia, Mujer en traje de batalla es la primera gran novela cubana del siglo xxi.

 La colección de cuentos publicada en 1999 por la editorial Plaza Mayor bajo el título de Paso de los vientos precede y está vinculada a Mujer en traje de batalla por más de una razón. Agrupa diez relatos que habían aparecido un año antes en inglés y que desarrollan su diégesis en diferentes espacios y momentos del ámbito caribeño. Moviéndose sin prejuicio entre los cuentos que forman Paso de los vientos, puede el lector encontrar otra vez el imaginativo manejo de la narrativa histórica que se asienta en una impresionante cultura, la capacidad para rehacer el pasado desde la memoria, la calidad de una prosa que cuaja en no pocas descripciones impactantes, la gracia del giro lúdico dosificado con malicia y (no faltaba más) la presencia de lo fantástico.

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Fondo crítico


MIEDO Y VIOLENCIA: LA LITERATURA POLICIAL EN IBEROAMÉRICA
(Variaciones en negro. Relatos policiales iberoamericanos. Selección y notas de Lucía López Coll. Editorial Plaza Mayor, San Juan, Puerto Rico, 2003)

Leonardo Padura Fuentes

D
e Edgar Allan Poe y Wilkie Collins a Dashiell Hammett y Raymond Chandler, la novela policial cumplió, en un intenso siglo de vida, el importante proceso que va de un ejercicio literario racional, propio de la modernidad y sus estructu­ras de pensamiento lógico, a la condensación literaria de la violencia y el crimen inmanente en la sociedad contemporá­nea –irracional y cada vez más deshumanizada, literariamente postmoderna. Los años que marcan la distancia entre Los crímenes de la calle Morgue (1848) y El largo adiós (1953) fueron de un esplendor inusitado para un género narrativo que, recogiendo las armas de la novela gótica, el folletín de aventuras y hasta de las novelas del far-west, creó un esquema estructural tan preciso y eficiente que logró desplazar a todas las formas de literatura genérica para convertirse en referencia y modelo de la narrativa popular y de consumo en la sociedad moderna y, por si fuera poco, contribuyendo muchas veces con su estructura al desarrollo de otros modelos genéricos –como la ciencia ficción–, además de funcionar como sustento literario de una parte considerable de la producción cinematográfica, especialmente norteamericana, que debe algunos de sus más queridos clásicos al bien llamado cine negro.

Un hallazgo fundamental, patentado por Poe, fue la pieza clave sobre la que se asentó todo el desarrollo inicial de esta literatura y una parte importante de su capacidad de penetra­ción en el gusto de los lectores: la existencia de un enigma y de un personaje prototípico capaz de develarlo. Este elemento racional, convertido en relatos y novelas en sostén de toda la estructura argumental, y en exigencia para la gestación de los caracteres actuantes, dio un sello tan característico a esta narrativa que muy pronto fue también bautizada como “novela de misterio” o “novela detectivesca”, pues la concurrencia de un misterio y la subsiguiente necesidad de que resultara desentrañado por un sagaz investigador, ocuparon el centro de la atención de sus múltiples cultores.

Desde entonces la existencia de un enigma y su eficaz di­lucidación fue una norma acatada incluso por los más osados renovadores de la novela policial, y tanto Hammett como sus más cercanos seguidores –Chandler, Ross Macdonald– per­petraron su revolución literaria conservando dicha norma muchas veces intacta. Sin embargo, estos creadores, ante el evidente agotamiento que ya se manifestaba en tan férrea estructura conceptual y narrativa, iniciaron un desplazamiento de sus intereses estéticos que, a partir de los años 60 del  siglo xx, posibilitaría a sus discípulos redefinir los cánones estructurales del género y devastaría sus tradicionales fronteras. Por ello, aun cuando los maestros de la “escuela dura” preservan la presencia del enigma en muchos de sus relatos, por lo general parecen más preocupados por elementos tan diversos y hasta entonces desestimados por la novela policial, tales como la verosimilitud, la violencia social, o la creación de caracteres comunicados de modo convincente con su entorno. De este modo, aquellos autores movieron su centro de interés literario hacia otros senderos estéticos y contextuales que abrieron las puertas de la realidad y la vida –y varias veces las puertas mismas de la literatura– al viejo modelo patentado por Poe, encerrado por casi un siglo entre sus propias paredes de papel. Así, en una de las obras maestras del género, El largo adiós  (1953), Chandler lleva este ejercicio al extremo de que, al  terminar el libro, es posible que el lector ni siquiera recuerde quién es el asesino de la historia, pero conservará consigo –porque de este modo el escritor lo ha dispuesto–, la sensación de haber asistido al nacimiento y fin de una amistad presentada de un modo tan vívido y dramático como pocas veces ha sucedido en toda la historia de la literatura.

Por eso, cuando en la década del 60 los autores que suceden a Hammett, Chandler, Cain y Macdonald –como Chester Himes o Donald Westlake por citar a dos nombres ya clásicos de este proceso– convierten la realidad de los negros de Harlem o a la violencia del bajo mundo en su materia literaria preferida, la novela policial que brota de esta experiencia puede al fin olvidarse de la existencia o no de un enigma, y sólo entonces se cobra definitiva conciencia de que el elemento esencial que verdaderamente ha tipificado y sigue tipificando este modelo narrativo no es la presencia de un misterio de difícil dilucidación sino la existencia de un crimen que, como lo demuestra la realidad misma, no tiene por qué ser intrincado y cerebral para generar el propósito último de esta literatura: la sensación de incertidumbre, la evidencia de que vivimos en un mundo cada vez más violento, la convicción de que la justicia es un concepto moral y legal que no siempre está presente en la realidad de la vida.

Y no es para nada casual que sea precisamente a partir de esta propuesta estética que el todavía hoy llamado género policial comience a cultivarse, de modo sistemático y extendido, en los países iberoamericanos.


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LAS TENTACIONES PERDIDAS

(Yo seré la tentación, María de los Ángeles Santana, de Ramón C. Fajardo Estrada , Editorial Plaza Mayor, San Juan, Puerto Rico, 2004)

 Emilio Sánchez Cartas

 Últimamente en Cuba, pareciera que algunas cosas se mueven. Después de muchas décadas se publica a Jorge Mañach,Virgilio Piñera, Enrique Labrador Ruiz y hasta Reynaldo Arenas, antes escritores malditos. Pero no sólo se trata de literatura. También parece levantarse la tácita prohibición de hablar sobre la radio y la televisión de la república. Y, sobre todo, de sus protagonistas.

Primero fueron las memorias de Enrique Núñez Rodríguez (Gente que yo quise, 1996), luego las biografías de Ramón Fajardo (Rita Montaner, testimonio de una época, 1997, Premio Casa de las Américas) y Evelio R. Mora (Rosita Fornés, 2001), y las entrevistas de Josefa Bracero a fundadores de la radio y la televisión (Rostros que se escuchan, 2002).

En este contexto aparece Yo seré la tentación, María de los Ángeles Santana, de Ramón C. Fajardo Estrada (Editorial Plaza Mayor, Puerto Rico, 2004). El libro de testimonio, de 716 páginas, recoge las memorias de una artista excepcional. Resultado,  fundamentalmente, de entrevistas realizadas en 1999, fue una de las obras presentadas en febrero de este año en la Feria del Libro de la Habana y concitó un enorme interés en la capital desde su lanzamiento.

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Comentarios

.LA LITERATURA Y EL LENGUAJE

"La literatura no es aquel hecho bruto del lenguaje que se deja poco a poco penetrar por la pregunta sutil y secundaria de su esencia y de su derecho a la existencia. La literatura en sí misma es una distancia socavada en el interior del lenguaje, una distancia recorrida sin cesar y nunca realmente franqueada; finalmente,  la literatura es una especie de lenguaje que oscila sobre sí mismo, una especie de vibración sin moverse del sitio" (Michel Foucault).


 


Anales literarios


 Al pie de la letra

Cuando Edgar Allan Poe se hallaba en la academia de West Point en 1831, las instrucciones para desfilar exigían escuetamente: "Cintos blancos y guantes con armas". Poe acudió al desfile desnudo, vistiendo sólo  guantes y cinto blanco. Lo expulsaron.


(Fuente: Personales.com, Barcelona).


 

Abrapalabra

Gazapos deportivos

El mundo del deporte es un campo rico y dinámico para los chispazos que producen traslados de sentido, imágenes dinámicas y pimentosas  que terminan enriqueciendo el léxico y la comunicación cotidiana.
 

Sin embargo, no escapa a la inevitable corrección que finalmente norma el uso del idioma. He aquí algunos gazapos que en todo.com.uy se observan para el argot futbolístico:
 

-El jugador "erra" el penal (correcto: El jugador yerra el penal)

-El equipo se "alínea" para empezar a jugar (correcto: El equipo se alinea para empezar a jugar).

-Fue González quien "convirtió" el gol (correcto: Fue Gonzáles quien hizo -anotó, marcó- el gol).

-Todos los jugadores deben hacerse una "revisación" médica (correcto: Todos los jugadores deben hacerse una revisión médica).

-Esta es la "primer" tarjeta amarilla (correcto: Esta es la primera tarjeta amarilla).


Astrolabio

Paseos literarios por el universo web

xii Concurso del Instituto de Cultura Peruana, de poesía y narración.
(Hasta  el 30 de junio).

»Léelo

Premio Sor Juana Inés de la Cruz 2004, para obra publicada escrita por mujeres.
(Hasta el 30 de junio).
»Léelo

Premio Torrente Ballester, de narrativa. (Hasta el 1 de julio).
»Léelo

v Convocatoria del Premio Alejandro Casona 2004, de textos teatrales.
(Hasta el 30 de junio).
»Léelo

Premios Antonio Machado, de poesía, y Camilo José Cela, de cuento.
(Hasta el 18 de junio)
»Léelo

Premio Internacional de Ensayo Mariano Picón Salas.
(Hasta el 10 de septiembre)
»Léelo

Debaten sobre la literatura infantil en Sancti Spíritus, Cuba.
»Léelo

Lo que debería saber sobre las obras que nunca leerá.
»Léelo

Inquieta compañía, el regreso de Carlos Fuentes a la literatura fantástica.
»Léelo

Los placeres sensuales y la literatura erótica.
»Léelo
 

Ser, locura, libertad y tiempo.
»Léelo

La literatura puertorriqueña ante el siglo xxi: mito y promesa.
»Léelo (http://www.ciudadseva.com/obra/mrc01.htm)

Nuevo rumbo en la literatura puertorriqueña.
»Léelo

A 30 años de Pablo Neruda.
»Léelo
 

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