La isla que se repite* Antonio Benítez Rojo Este libro no pretende ofrecer una verdad irrefutable ni intenta agotar el tema de la literatura y la cultura en el Caribe. En realidad, pienso que no importa de dónde se haya partido, no importa cuán lejos se haya avanzado, no importa cuál ideología se profese, lo Caribeño siempre quedará más allá del horizonte. Si he utilizado ciertos modelos que pertenecen a la teoría de Caos, no ha sido por entender que éstos alcanzan a significar plenamente lo Caribeño, sino más bien porque hablan de formas dinámicas que flotan, a veces de un modo imperceptible, dentro del descomunal archivo de la plantación. Tales formas no constituyen ninguna esencia; son meras abstracciones logradas gracias al nuevo lenguaje de la cibernética y las matemáticas que, si bien comunican la existencia de otro tipo de orden en el universo, no pasan de ser signos que apenas se dejan leer en medio de momentos de desorganización y reorganización. No obstante, para el investigador empeñado en hallar especificidades culturales que sirvan para diferenciar las distintas regiones del globo, la perspectiva de Caos ofrece grandes ventajas; su manera de mirar hacia la turbulencia y el ruido en busca de dinámicas repetitivas provee modelos que permiten apreciar que la fuga ad infinitum de significantes no es totalmente desordenada ni tampoco absolutamente impredecible, sino que responde al influjo de grandes sistemas. En el caso del Caribe, pienso que el de mayor importancia es el macrosistema de la plantación, el cual explica la continuidad de una música, una literatura y un arte de formas similares a las que se han venido comentando en este libro.
El método de análisis que he seguido no se propone invalidar otras lecturas del Caribe, sino más bien contar con todas ellas. Tal eclecticismo no debe verse como una concesión sino como una estrategia fundada. Pienso que, en última instancia, las lecturas que admite el Caribe se inscriben dentro de los tres grandes paradigmas del saber que funcionan hoy día: el premoderno, el moderno y el posmoderno. Creo que desde ninguno de ellos es posible hablar de lo Caribeño con la complejidad que merece esta noción; creo que esto sólo puede lograrse desde un paradigma supersincrético (o supermestizo) que incluya aspectos de los tres. No seré yo quien le ponga nombre a este paradigma, acaso porque su método de interpretar el mundo no se aplica exclusivamente al Caribe; también sería útil para estudiar las realidades de otros territorios del Atlántico –y aun del Pacífico y el Índico– donde sus respectivas economías, sociedades y culturas fueron construidas por la plantación colonial y por el fenómeno de la criollización; esto es, los Pueblos del Mar. Aprovecho la oportunidad para mostrar mi agradecimiento a los críticos que han comentado las ediciones previas de este libro. Si bien producto de años de lectura y trabajo, fui el primero en extrañarme del interés que suscitaron. Aunque estas palabras podrían parecer una simple fórmula, en realidad no lo son. Digo esto porque todo lo que he escrito sobre el Caribe lo he escrito para mí mismo, para explicarme mi génesis y mi realidad –esa forma inquietante de ser y estar siempre entre un “acá” y un “allá”. Así, este libro debe tomarse como el diario de a bordo de un viaje estrictamente personal: mi manera de intentar comprender lo Caribeño.
En tanto obra exploratoria que partió de mi propia ignorancia, La isla que se repite no toca aspectos que me eran ya familiares a través de la experiencia. De ahí que, al hablar de las creencias populares, lo haya hecho del vodú y no de la santería; de ahí que haya dado por sentado el duro vivir de los pueblos del Caribe, reparando más bien en cómo la miseria y la violencia, endémicas en el área, intentan ser compensadas con una poética de la música, de la danza, del carnaval; de ahí que no le haya dedicado las páginas que sin duda merecen los temas de la política, la desigualdad social y la mujer, concentrándome en algo que para mí era mucho menos conocido, más misterioso: la cuestión de la identidad.
En tanto observador y parte del fenómeno caribeño, pienso que me habría sido imposible escribir este libro si mi propia vida no hubiera tocado la magia, el odio político y racial, y el intelectualismo posmoderno de la academia norteamericana. Si he hablado de un cuarto paradigma, es porque mi espíritu se siente extranjero dentro de cada uno de los tres primeros. No obstante, vivir y pensar en esta suerte de cuarta dimensión es más problemático de lo que se pudiera suponer: siempre se sospecha que cualquier signo que uno elija no le pertenece en verdad, sino que se inscribe y cobra sentido cabal en algún lenguaje ajeno, en algún código ordenador de “allá”, llámese éste historia, novela, antropología, psicoanálisis, marxismo, teoría literaria, o bien, simplemente, posmodernidad.
__________ *Introducción a la edición póstuma que prepara la Editorial Plaza Mayor.
Índice Al lector, 15 Introducción: La isla que se repite, 17 De la máquina de Colón a la máquina azucarera, 23 Del apocalipsis al caos, 29 Del ritmo al polirritmo, 37 De la literatura al carnaval, 43 Parte I: La sociedad 1 De la plantación a la Plantación, 55 La Española: primeras plantaciones, 61 Formación de la cultura criolla, 66 Contrabando: represalias y consecuencias, 70 El criollo insular y el criollo continental, 80 La Plantación y la africanización de la cultura, 86 La Plantación: regularidades socioculturales, 96 Parte II: El escritor 2 Bartolomé de Las Casas: entre el infierno y la ficción, 111 Las Casas: ¿historiador o fabulador?, 116 Las Casas y la esclavitud, 120 La plaga de hormigas y lo uncanny, 127 La piedra solimán: azúcar, genitalia, escritura, 132 Derivaciones del “caso Casas”, 136 3 Nicolás Guillén: ingenio y poesía, 140 De Los ingenios a La zafra, 144 De la libido al superego, 149 El poeta comunista, 157 El poeta controversial, 159 El poeta subversivo, 166 El poeta filosófico, 172 4 Fernando Ortiz: el Caribe y la posmodernidad, 176 El Contrapunteo como texto posmoderno, 179 Entre el vodú y la ideología, 186 Un lenguaje bailable, 196 Conocimientos en fuga, 201 5 Carpentier & Harris: exploradores de El Dorado, 208 El viaje al allá, 210 El Camino de Palabras, 214 El viaje a El Dorado, 218 Comentarios a tres viajeros, 224 Parte III: El libro 6 Los pañamanes, o la memoria de la piel, 233 Penúltima pieza del rompecabezas, 236 Desplazamiento hacia el mito, 245 La “otra” ciudad caribeña, 246 Folklore, novela y violencia, 250 7 Viaje a la semilla, o el texto como espectáculo, 253 Un canon llamado cangrejo, 257 Se abre la puerta de la casa encantada, 261 Se cierra la puerta de la casa encantada, 264 All Quiet on the Western Front, 268 Ruido, 271 Instrucciones para llegar al black hole, 276 8 Niño Avilés, o la libido de la historia, 279 Nueva Venecia, una cebolla, 283 De palenques y cimarrones, 286 Las tentaciones de fray Agustín, 294 Parte IV: La paradoja 9 Nombrando al Padre, nombrando a la Madre, 303 El fantasma del Padre, 304 El canto de la Madre, 309 El matricidio inconcluso, 321 10 Reflexiones sobre Eréndira, 316 La doncella cautiva, 319 La mujer preñada, 324 Una Perséfone caribeña, 329 La ramera carnavalesca, 334 11 Carnaval, 340 Las dinámicas más profundas del sistema: “Sensemayá”, 342 Las dinámicas intermedias: Drums and Colours, 346 Las dinámicas exteriores: Concierto barroco, 350 Carnaval caribeño, 353 Parte V: Los ritmos 12 La música como proyecto nacional, 363 A bailar con el son, 366 Lo afrocubano se hace cubano, 369 13 ¿Existe una estética caribeña?, 377 La cultura caribeña en busca de su definición, 379 El ritmo como objeto estético, 383 Plantación y criollización, 385 Ritmo y performance en la novela, 387 Ritmo y performance en la música y la danza, 394 De lo africano a lo Caribeño, 395 Apéndice a la primera edición. Noticia bibliográfica sobre Caos, 401 Notas, 409 |