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Comunicados de Prensa y Presentaciones / Archivo
 

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Panorama del publico que asistió atentamente a la presentación de títulos recientes de la Editorial Plaza Mayor.

 

Autores de Plaza Mayor durante la Feria del Libro en Miami. De izquierda a derecha: Juan Benemlis, Antonio Álvarez Gil, Luis Manuel García y Mireya Robles.

 

  • Presentación en la Feria Internacional del Libro de Miami 2004

Buenas noches y muchas gracias a la Feria Internacional del Libro de Miami.

Hace  3 años, estábamos en esta misma Feria con un libro del músico cubano Paquito D’Rivera. El libro fue aplaudido en Miami, por su humor, por la dulzura de sus recuerdos y por la juguetona peripecia en jazz que es la vida de Paquito D’Rivera.

Para más, el libro contenía un compacto, debo decir contiene, porque todavía el libro anda en venta por las librerías, la Universal del amigo Salvat, por ejemplo (en los negocios, los anuncios políticos pagados siempre son de utilidad. Estoy segura que los Salvat lo agradecerán). Música que seguramente hacía y hace más sabrosa su lectura. Pero el libro que fue aplaudido en Miami, repito, tomaría 3 años para llegar a La Habana donde dos veces – ¡cabezona que soy!– intenté llevarlo a la Feria del Libro en La Habana.

Al fin llegó, aunque algún comisario se empeñara en cuestionarlo; al fin llegó, aunque sin el prólogo de Guillermo Cabrera Infante quien a las claras dijo a su querido amigo Paquito: “Lo siento Paco. Pero la editora es la hija de Menoyo y yo no me meto en ese rollo”. En la cita de Cabrera Infante había tanto humor como en el libro de Paquito.

Reírnos de nosotros mismos, no llevar muy lejos las diferencias y luchar a toda costa para que la diferencia no se enquiste y se vuelva rencilla, es el espíritu que alienta la Colección Cultura Cubana de la Editorial Plaza Mayor, que dirijo desde Puerto Rico.

En las citas bibliográficas se utiliza el corchete para encerrar dentro de él ciertas conclusiones a las cuales se ha llegado por investigación de datos. Así apelamos al latín  con términos como sine loco, sine anno, circa, sic, etc., etc... Me pregunto, al ver nuestra frágil Colección sacudida por las olas de la política, ¿qué pondrá entre corchetes el que revise esta Colección dentro de algunos años?

Como canta el trovador, esta Colección no es de aquí ni es de allá, porque, más concretamente se consagra al tiempo suspendido de la literatura y a la manera en que la literatura intenta defender, como sea, la idea de una isla que es pura literatura. Tercamente la Colección Cultura Cubana permite la entrada a cualquier escritor cubano de dentro y de fuera de la isla en un esfuerzo por encontrarnos sobre el papel y por hallar en la palabra una referencia humana.

Es una ocasión feliz estar hoy en Miami. Hace apenas 1 año se ponía en entredicho la sinceridad de nuestro empeño creador y se sospechaba de su sentido ancho y profundo. ¿Cómo era posible lanzar un puente entre las dos orillas cuando habíamos hecho del odio un objeto de veneración? La gloria de construir, a la que Martí siempre nos invitó, parecía una semilla infecundable para muchas personas hace apenas muy poco.

Pero objetivamente la Colección está aquí. Cuenta cada vez con más y mejores creadores y lejos de agitar la bandera de la patria, respira en sí misma el mejor de los alientos al entender que no hay patria verdadera sin patrimonio cultural.

La Colección está siendo un triunfo frente a la polarización política. Hace unos días anunciamos los ganadores de nuestro Premio Novela Plaza Mayor, hecho inusitado  que estimuló la atención de las agencias cablegráficas, las que seguramente encontraron ángulos de interés más allá de lo específicamente literario.

No está mal que sea así. El quehacer literario en Cuba ha estado vinculado siempre, no sólo al genio de un pueblo creador, sino a los sucesos políticos de una isla convulsa, en cada contienda, en cada campaña, muchas veces dolorosas, por su mejoramiento. Búsquese así el Diccionario Biográfico Cubano de Francisco Calcagno, publicado en Nueva York a finales del siglo xxviii. Y otra vez, tuvo que ser fuera como ocurre con nuestra humilde Colección; aunque ahora vemos una nueva disposición de sectores culturales a desenterrar enemigos y a publicar obras de aquellos a quienes se había condenado al silencio.

Esta noche tengo conmigo a tres creadores. Comienzo por los escritores en estricto orden alfabético: de Cuba, Alejandro Aguilar, con  su novela La desobediencia; Carlos Alé Mauri, de esa otra Cuba que es Miami, con su libro de ensayos El árbol del bien y del mal; y a Gumersindo Pacheco, del séptimo piso de esa otra Cuba que es también Miami, con su novela, María Virginia está de vacaciones.

Ellos serán presentados respectivamente por Ramón Alejandro, uno de los más grandes pintores contemporáneos cubanos, quien además es un exquisito escritor y también alentó una pequeña editorial que es una suerte de permanentes juegos florales, muchas veces costeados por él mismo (dinero que podríamos decir sale de su fruta bomba, es decir las muchas fruta bombas que el sabe pintar como nadie);  Carlos Espinosa,  crítico de arte, profesor, editor e investigador que apenas necesita ser presentado, autor de importantes estudios y compilaciones sobre la literatura cubana y  algunas de sus figuras señeras, así como Aramís Castañeda, filólogo y crítico de arte.

De manera que estamos esta noche con un grupo que profesa su fe a la literatura, a la cultura, a las artes, a la creación más pura; un grupo que entiende que hay una obra inconclusa que se llama Cuba y un capítulo inédito que por mucho que no nos pongamos de acuerdo en su título, gira, indefectiblemente sobre el tema de la reconciliación.

Mas no son todos lo que están ni todos pudieron venir. Dos de los escritores residentes en la isla, luego de una paciente espera de más de un mes, obtuvieron permisos oficiales de salida sin impedimento de regreso pero, desafortunadamente, la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana no les habilitó sus permisos. Verdadera lástima, porque cada uno de ellos hubiera tenido algo que decir esta noche. Me refiero a Amir Valle y a Guillermo Vidal. Algo similar me ocurrió en La Habana cuando al conformar el programa de actividades nos vetaron la participación de algunos autores cubanos. Así las cosas...

Sin embargo, (y les aseguro que digo sin embargo sin estar refiriéndome al otro embargo), nada podrá deslucir este evento ni conseguirá la política producir una impresión falsa de que estos escritores no están aquí, porque los libros son audaces y la palabra escrita puede ser suprema. Aquí están los libros de Amir Valle y de Guillermo Vidal, así como todos los demás que conforman la Colección.  Es ésta también una forma de decir que esta noche estamos en Cuba porque Cuba está dentro de nosotros.

Los dejo ahora con el primer presentador de nuestros autores, pero antes déjenme repetir algo que dije en La Habana recientemente. Para ser más específica, la tarde del 5 de febrero de 2003. Era una sala agolpada de escritores. Había tensión. Tensión por quien yo era y por lo que yo pudiera decir. Pero ya me habían dado el permiso, tengo que reconocerlo y ya estaba allí. Y dije, y me imagino que mi corazón tuvo que superar todo lo que allí había sufrido mi padre y tantos más un día. Fue en la Sala Lezama Lima, antigua capilla de lo que hoy es un Recinto Ferial, pero que un día fue la prisión de La Cabaña.

            [...] Estoy de nuevo en Cuba  y ello significa para mí un acto legítimo de identidad, una renovación compleja –pero siempre un abrazo esperanzador... Sin embargo, este es un viaje que queremos fijar en la riqueza de la cultura y no en la pugnacidad de la política […]

[…] Pero la Colección Cultura Cubana no nacía para verse ensordecida por esas obstinaciones, presentes en ambos lados del estrecho. La Colección Cultura Cubana de la Editorial Plaza Mayor apostaba por la supervivencia de la diversidad sobre la futilidad del atrincheramiento en los matices. 

Si se nos quiso reducir a un esfuerzo “anti”, pronto, con la aparición de otros títulos, se constató que éramos un esfuerzo “pro”. Si se nos percibió como una coartada “contra”, con el tiempo no ha quedado duda de que, tanto nuestro impulso como nuestro espíritu editorial, parten de una voluntad nacionalista y de una voluntad de aunar opiniones, ángulos y puntos de vista sobre un tapete tan fértil, amplio y generoso como el suelo de nuestra isla […]

[…] No ha primado en mí el afán de molestar al gobierno cubano per se, y me sentí complacida en la reciente Feria del Libro de Guadalajara cuando mi compatriota Abel Prieto señaló con honestidad y certeza: “[…] El esfuerzo de la Editorial Plaza Mayor es serio e interesante”. Además, dijo Abel que "tenemos que buscar variantes para que los libros de Plaza Mayor circulen en la isla".

Aunque por el momento la circulación, entiéndase divulgación, de los títulos de la Colección se limita a mi participación cada año en la FIL-La Habana, agradezco y valoro la invitación que cursan desde hace cuatro años y confío en que iremos encontrando las soluciones. Tampoco ha primado en mí el afán de molestar al exilio cubano de Miami per se, y me sentí complacida cuando recientemente comenzaron a circular con mayor presencia ejemplares de la Colección en las librerías de lo que supone  ser su mercado natural.

 Queda claro entonces que ambos lados del “asunto de lo cubano” entienden que la Colección Cultura Cubana es seria e interesante y, si me permiten, deseo añadir que necesaria también. Me llena de regocijo que  ambos lados del “asunto de lo cubano”, al cabo de poco más de tres años, entiendan que es solamente un asunto cubano.

[…] De esa reflexión pausada se construye esta exploración de lo cubano que inyecta “La Colección” con dinamismo nuevo para imaginar, renovar y entender de diversas formas a Cuba. No se amuralla “La Colección” como un espacio excluyente en el que podrían sobrar aquellos seleccionados de nuestra ira. Por el contrario, “La Colección” se abre y accede para que la sientan como hogar también aquellos con quienes podemos discrepar.

 En otras palabras, la única censura que podríamos abrazar es aquella relacionada con libros sin méritos literarios.  De manera que nuestra Colección continúa siendo única y necesaria. Se trata de publicar, como debe hacer cualquier editorial seria, lo mejor de nuestras letras. Se trata de unir a través de lo más inofensivo y de lo más importante a la vez, nuestra cultura ―único hilo común, no importa dónde vivamos nuestra Cuba […]

[…] También me entristece pensar que cada vez que someto el plan de   presentación de los títulos que deseo lanzar, debo exponerme a la posibilidad de que surja oposición por la inclusión de alguna obra de algún autor o autora que pueda ser considerado “anti” o “pro”, equis o ye.

 Nuestras letras, la calidad de nuestras letras, nuestra cultura, nuestra historia, nuestras realidades, nuestras virtudes o nuestros defectos, nuestra cubanía en su totalidad debe estar por encima de todo criterio. Al final, no pasa nada. Al final, lo único que ocurre es que somos hermanos, somos cubanos y siempre seremos cubanos […]

[…] Críticos y académicos se interesan por esta ave blanca, mansa e ingenua que quiere ser nuestra colección. ¿Cómo desafía y esquiva la encarnizada lucha entre cubanos? ¿Cómo  se abre camino “entre” las antípodas? Las posibilidades de la fe martiana pueden ser interminables [...]

Patricia Gutiérrez
Presidenta

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