Nuestra
Antología, que siempre se llamó Leer para escribir, estuvo mayormente
enfocada a los procesos de la redacción. Pero nos ocurrió como a todos/as los/as
colegas que se involucraron con la enseñanza de la redacción: dimos la vuelta
porque cobramos conciencia de que había que comenzar por la lectura. Tratamos de
que el estudiantado leyera como escritor o escritora y ahora queremos que
quienes, como profesionales, tendrán que ocupar buena parte de su vida
profesional escribiendo, practiquen las estrategias que deben dominar como
lectores/as de manera que se sirvan de la lectura para aprender a pensar, a
analizar, a tomar posiciones y sobre todo a leer las entrelíneas, el discurso
del poder, las sutilezas que crea la opinión pública. Buscamos que, como lo
señala Socorro Corrales, ejerciten la lectura como “un imperativo de libertad,
un derecho de ciudadanía”. A la presunción generalizada de que lo que se aprende
en las clases de lengua materna no sirve para nada, queremos argumentar con esta
segunda edición, que no hay promoción social sin conocimiento y no hay
conocimiento sin dominio de la lengua vernácula porque es a través de la
relación con las palabras que podemos entenderlas y producirlas. ¿Acaso alguien
puede poner en duda la necesidad de utilizar, en todas las profesiones más
cotizadas en nuestra sociedad, destrezas tales como el análisis, la comprensión,
la comparación, el contraste, el examen, la demostración, la aplicación, el
desarrollo, etc.? ¿No son esas acaso las estrategias que la lectura desarrolla?
Ocurre que la forma de neutralizar la importancia de la lengua vernácula en un
país como el nuestro, en que algunos sectores sociales y políticos casi nos
obligan a pedir perdón por querer hablar español, es circunscribir su estudio al
espacio literario. Y como la otra falacia entronizada es que la literatura es
oficio de gente sin oficio, así se despachan olímpicamente la lectura, la lengua
materna, la literatura y la escritura. Otro interés que tenemos en esta segunda
edición, pues, es demostrar al estudiantado que el acto de leer literatura es
sólo una de las opciones de lectura que existen. Poca gente asocia el acto de
leer con descodificar el sentido de todo aquello que tenga un significado para
comunicar. Para iniciar esa discusión incluimos textos de diversos géneros,
sobre todo textos como ponencias, reportajes, entrevistas, que tradicionalmente
no se asocian con una antología de lecturas para estudiantes de primer año. Con
nuestra nueva y más amplia selección abogamos por la lectura en las disciplinas,
una forma inclusiva de concienciar sobre la absoluta presencia de la lengua
materna en la vida del y la estudiante hispanohablante. Una forma para convencer
de que lo que se hace en las clases de lengua materna no sólo es importante,
sino indispensable. Y un medio para recordar a nuestros colegas de otras
disciplinas que el estudiantado que reciben no puede desempeñarse bien en sus
respectivas materias si no se unen al esfuerzo de prestigiar y alentar la
lectura, la escritura y el manejo de la lengua vernácula.
Como colofón a estas preocupaciones tan ligadas a nuestra lengua materna hemos
querido hacer nuestro el planteamiento del teórico keniano Ngugi wa Thiong’o,
quien en su visita a nuestro Recinto Universitario de Mayagüez, en una emotiva
e inteligente ponencia sobre las relaciones entre lengua y poder (incluida en
esta Antología) nos recordó que “Las relaciones lingüísticas dentro de las
naciones y entre ellas no deberían concebirse en términos de jerarquía sino como
redes, con traducciones que permitan la transmisión de conocimiento e ideas
entre lenguas”. Para seguir su exhortación hemos incluido textos en traducción
que abren la posibilidad a que nuestros/as estudiantes reflexionen y aprendan
sobre otras realidades a la vez que se sensibilizan hacia las bondades de
producir conocimiento en la lengua materna que pueda ser traducido a otras
lenguas para continuar ese proceso necesario de comunicación. No hace falta
abjurar del español para comunicarnos con otras sociedades, ni hace falta
relegarlo para que se nos escuche en otras partes del mundo. Las buenas
traducciones nos comunican, nos conectan y lectores y lectoras se hermanan en un
solo mensaje en diversas lenguas. Esperamos, pues que esta Antología sirva para
provocar una reflexión sobre el valor, la importancia pero sobre todo la
vigencia del español en la producción de conocimiento.
Al profesorado
Al
preparar este libro procuramos que quienes así lo prefieran puedan utilizarlo
como una antología de lecturas.
Tradicionalmente se suele presentar el texto literario como una obra maestra y, por lo tanto,modelo a seguir. Se espera que a través de la lectura el
o la estudiante capte las destrezas de escritura a las que usualmente se denomina “proceso
creador”. Si bien es cierto que la literatura nos ofrecemodelos de lo que una cultura considera
“el buen decir” y lo “estético”, casi nunca, mediante una mera lectura, quienes leen desarrollan
el dominio de los códigos literarios o captan la pertinencia de estos textos o “modelos”.
Creemos, en cambio, que para que este proceso se complete, alumnos y alumnas
deben tener la oportunidad de observar al autor o autora como una persona común
y corriente que escribe. El escritor y la escritora son sujetos que trabajan con
la lengua y sus significados, con toda la dificultad que esto conlleva. No son
iniciados que reciben de las Musas aquello que escriben. Dentro de este
contexto, estudiar, por ejemplo, las transiciones, la selección de vocabulario o
la oración tesis en un texto “literario”, contribuye a develar aspectos del
proceso creador, lo que, por ende, familiariza y hace más asequible al
estudiantado las destrezas del trabajo creativo.
Como el título y los ejercicios lo indican, nosotras hemos concebido el libro
como un texto que sirva para practicar y mejorar, en el salón de clases, las
destrezas de redacción. Partimos de la filosofía de que escribir es,
precisamente, el modo más efectivo de aprender a escribir. Por eso, los
ejercicios del texto van dirigidos a que el salón de clases se convierta en un
taller donde se experimente y se practique la redacción. Un lugar de trabajo
donde alumnos y alumnas observen sus propios procesos y los de otras personas,
donde desarrollen estrategias para vencer el temor inmovilizante a la página en
blanco y, sobre todo, donde cada estudiante produzca sus propios textos escritos
individual o colectivamente. Por eso, el objetivo principal de cada taller es
que al final del mismo cada estudiante tenga un producto concreto, obtenido por
su esfuerzo.
Ni estudiante ni profesorado deberían experimentar el taller como un trabajo
abrumador. Los maestros y las maestras no tienen que leer, corregir y calificar
todos los escritos producidos por sus estudiantes. Es más, no es recomendable.
La persona que escribe debe sentir libertad para experimentar, soltar la pluma,
sentir confianza para dejar salir su capacidad creativa, incluso para
equivocarse. Como alternativa, el maestro o maestra puede preparar un portafolio
de cada estudiante donde se guarden todos sus productos escritos. Al terminar
cada taller, cotejará que cada estudiante tenga un producto. Además, verificará
la cantidad de trabajo realizado en el salón, no la calidad. Al final del
semestre podrá asignar una calificación al portafolio, que se base en determinar
si han cumplido con el número de trabajos asignados en clase. Además, se puede
utilizar el trabajo en grupos para que entre estudiantes se lean y se hagan
comentarios y sugerencias para mejorar.
Cada profesor o profesora puede decidir qué trabajos o qué etapa del proceso, si
es un taller extenso, va a leer. Puede leer para hacer sugerencias y
correcciones sin calificar, o para calificar. Sólo se calificarán aquellos
escritos que elija y le indique a sus estudiantes. Demás está decir que no es
necesario hacer todos los ejercicios de redacción que se sugieren al final de
las lecturas. Cada profesor o profesora puede escoger, a su discreción y junto
con sus estudiantes si lo prefiere, qué ejercicios hacer. También puede utilizar
creativamente algunos ejercicios con otras lecturas del texto. Sí creemos
importante que cada estudiante tenga la oportunidad, durante el curso, de
practicar todas las etapas del proceso de redacción. Por eso, para cada género
literario, hay ejercicios que corresponden a las etapas de planificación, diseño
y revisión. Es beneficioso que entiendan que en todas las etapas se redacta por
escrito. (Ver Apéndices, pág. 713). También es útil que comprendan que redactar,
en su sentido amplio, es ordenar el pensamiento. En ese aspecto, redactamos
también cuando hablamos ante un público o ante cualquier otra persona. Por eso,
intercalamos algunos ejercicios de expresión oral. Hemos incluido dos talleres
extensos para practicar los modos discursivos principales: narración y
descripción, exposición y argumentación. Se llevarán a cabo en clase, por
pasos, siguiendo las instrucciones específicas del profesor o profesora, para
practicar las distintas fases de los procesos ensayados mediante los ejercicios.
Del primero se obtendrá un relato o cuento. Del segundo, un
artículo o ensayo. Además, incluimos un taller colectivo de
poesía.
Esperamos que este libro ayude a convertir el salón de clases en una experiencia
grata y enriquecedora para todas las personas que participen en los talleres de
literatura y redacción que les proponemos.
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