Señoras,
señores, distinguido público, amigas y amigos. Quiero antes que nada
agradecerles su presencia y darles mi más cordial bienvenida a este
acto.
Nos reunimos hoy aquí para presentar
Tropiezos con la memoria. La
esterilización femenina en la prensa puertorriqueña de 1940 a 1977,
un libro de
Lourdes Lugo-Ortiz, profesora de Periodismo en la Escuela de
Comunicación de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras,
gran investigadora y amiga.
Tengo que decir que cuando llegó a mis manos el original de esta obra,
desde el primer momento supe que me interesaría contar con ella en Plaza
Mayor. Siempre he tenido claro que quienes tenemos el privilegio de
trabajar en el ámbito cultural, literario o periodístico, debemos asumir
también la responsabilidad que conlleva la influencia que nuestros
productos tienen en la sociedad. Y cuando me di cuenta de que esa
misma preocupación estaba presente en el manuscrito que acababa de
recibir, mi decisión de llevarlo a buen puerto fue ya un hecho.
Como muy bien dice la autora en el Prólogo del libro, la prensa ayuda a
conformar la realidad, qué es verdad, qué es correcto, qué es importante
y qué no lo es. El enfocar la atención sobre algo apartándola de otra
cosa, ya está determinando e influyendo en quienes lo leen. Esto cabría
decirlo también para las editoriales. Llevar a cabo una selección
incluye necesariamente una exclusión. Este es y ha sido siempre para mí
uno de los trabajos más duros y difíciles, salvar unos textos, darles la
oportunidad de ser leídos, de llegar al público, mientras que con ello
condenamos a otros a dormir, quizás para siempre.
Como profesional del Periodismo y como profesora, Lourdes Lugo-Ortiz es
muy consciente de este particular, y ese es uno de los muchos puntos en
común que ella y yo tenemos y que tienen en general quienes trabajan en
el mundo de la edición con quienes lo hacen en la prensa.
Pero no fue solo este asunto el que me animó a la empresa. En esta obra
se ponen de manifiesto y se estudian en profundidad varias cuestiones
que me interesan especialmente, como mujer y como puertorriqueña (les
aclaro que así me siento y considero aunque no haya nacido aquí).
No puede dejarnos indiferentes que en nuestra historia reciente, a fines
de los años 60, más de un tercio de las mujeres boricuas en edad
reproductiva, que vivían o habían vivido en pareja, estuvieran
esterilizadas.
Tampoco podemos ser insensibles ante los testimonios que se recogen en
esta obra, ya que nos llevan a comprender que en realidad el hecho de
ser esterilizadas fue, para algunas, para muchas, de aquellas mujeres,
en aquellos años, una liberación, la única salida para poder llevar una
vida digna y para poder dársela a sus hijos, a los que ya tenían.
Y tendríamos que cuestionar el hecho de que algo tan íntimo como es la
capacidad de dar vida, y también su anulación mediante la
esterilización, fuera utilizado como una especie de moneda de cambio por
los partidos políticos –y por los distintos medios de comunicación-
durante muchos años en nuestro país.
Todo ello forma parte de nuestra historia y tenemos tanto el derecho
como el deber de conocerlo. La profesora Lugo-Ortiz ha llevado a cabo
una magnífica labor de investigación, estudio y análisis para sacarlo a
la luz en este libro.
Entre la humanidad de a pie y el mundo de la política, como una especie
de intermediaria, la prensa representó en nuestra historia reciente un
rol fundamental. Todavía lo hace, aquí y en todo el mundo. Hoy en día,
quizás no tanto en papel, y más en Internet, pero solo cambia el
formato, solo cambia el soporte, lo verdaderamente importante, la
trascendencia del mensaje, las ideas de aquellos y aquellas que viven
por y para comunicar, sigue siendo y siempre será la columna vertebral
de la prensa, y que lo sea por muchos años, pues una prensa múltiple es
sinónimo de libertad.
Muchas gracias por su asistencia y muy buenas noches.
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Lourdes Lugo-Ortiz durante la
presentación
de su libro. |
La Licenciada
María Dolores Fernós
habla sobre Tropiezos con la memoria. |
Palabras de la autora
¡Qué
alegría!
Tantas caras queridas, de estudiantes, exestudiantes, colegas, amigos,
amigas, familiares. Les agradezco, a todos y a todas, conocidos o no, su
presencia aquí esta noche, dándole la bienvenida a este libro, que no
pocos desvelos me ha causado.
Agradezco a la licenciada María Dolores Fernós su iluminadora y generosa
intervención, y, sobre todo, su disposición a presentar este libro desde
el primer momento en que me acerqué a ella, y a mi colega Mario Roche
por acceder a ser el maestro de ceremonias esta noche. Para que se
concretara esta actividad, agradezco, además, el apoyo de la Editorial
Plaza Mayor, del Decanato de Estudios Graduados e Investigación y de la
Sala-Teatro Beckett, muy en particular, a Carmen Luisa González. A
todos, gracias.
Lograr que este proyecto de investigación, finalmente, haya tomado la
forma de un libro se lo debo a muchas personas. Primero, quiero
agradecer, nuevamente, a la presidenta de la Editorial Plaza Mayor,
Patricia Gutiérrez, por su palabra y por el compromiso con la producción
de este libro, y al profesionalismo del equipo de la editorial: la
diseñadora y correctora Ana Riutort y al diseñador de la portada,
Marcos Pastrana.
Mas, antes de que este libro llegara a las manos de la Editorial, otras
personas influyeron notablemente en su formación. Quisiera empezar
agradeciendo a mi hermana Agnes Lugo-Ortiz, por su generosidad
intelectual y humana. Me recomendó lecturas importantes, hizo
correcciones significativas, y me animó cuando ya creía que no tenía más
energía para proseguir.
Además, quiero agradecer a mi colegas y amigas quienes leyeron alguna
versión del manuscrito, y me hicieron sugerencias importantes: Milagros
Acevedo Cruz, Mabel Quiñones, Rebecca Banuchi y Laura Pérez, así como al
colega Dorian Lugo. Debo decir que ninguno de ellos es responsable por
los fallos de argumentación en los que el texto pudiera incurrir.
Además, desde otros lugares, otros seres han sido imprescindibles en mi
proceso. El amor infinito de mi madre, Nilda Ortiz García, a quien le
dedico este libro, y el de mi hermana Nilda Lugo-Ortiz.
También, mis deudas las tengo con mis amistades, por la solidaridad, los
encuentros y las carcajadas: Edda Mangual: el corillo, particularmente,
Liani Cabán, Tania Silva, Chetzil Peñalverty y Laura Rivera, quien sigue
estando entre nosotros y nosotras; a mis amigas Mayra Vega, Mayra
Córdova, Idalis Cobián, Nilda González y Estela Asencio.
A mi Panchi, quien me acompañaba durante las largas horas en que estuve
frente a la computadora, y se despidió de mí sin que me diera cuenta,
justo cuando el libro se encontraba en una de las etapas de diseño. Por
ello, asimismo, le agradezco a Benito y a mi madre, quienes lo cuidaron
en momentos en que lo necesitaba.
Mis deudas, de igual forma, las tengo con mi esposo, Al, por su amor,
por su valor y por su ejemplo, que grita que sí es posible encontrar
mejores caminos.
Agradezco, además, a la Universidad de Puerto Rico por la licencia
sabática que me otorgó para redactar el primer borrador del libro, y, a
la Escuela de Comunicación, por los descargues académicos concedidos
para que pudiera seguir trabajando en él. Asimismo, a las mujeres
esterilizadas entrevistadas quienes me hicieron entender mejor sus
vidas. También, al amigo y colega Luis Avilés , por la foto mía que se
incluye en el libro.
La publicación de este manuscrito me permite concluir, casi por
obligación, un periodo de reflexión sobre un tema que he estudiado
muchos años: la representación que hace la prensa sobre el fenómeno de
la esterilización femenina en Puerto Rico.
En 1968, Puerto Rico alcanzó una de las tasas más altas de
esterilización femenina en el mundo entero: 35 por ciento de las mujeres
puertorriqueñas “alguna vez casadas o unidas en una relación
consensual”, concepto demográfico, estaban operadas. Este fenómeno se ha
explicado desde dos interpretaciones, las cuales han dominado la forma
en que se ha pensado e investigado la esterilización en la Isla: la
primera adjudica la alta prevalencia a una decisión individual, al deseo
de las mujeres de limitar el tamaño de sus familias. Esta vertiente le
otorga total soberanía a la voluntad del sujeto. La segunda
interpretación articula que la operación fue parte de todo un montaje
del estado colonial en contubernio con la industria privada para
establecer programas de control demográfico que adelantaran el proyecto
desarrollista que se dio en Puerto Rico a mediados del siglo pasado.
Esta visión macroestructural le otorga total poder al Estado.
Cada
una de estas perspectivas, vistas por separado, simplifican cómo los
sujetos se constituyen al interior de marcos sociales, económicos y
políticos específicos. Estas dos interpretaciones que se han presentado
de forma excluyente, en este libro no se piensan como antagónicas, sino
que se ven como un continuo. Veo que, al interior de unos programas,
proyectos o servicios que facilitaban la esterilización, las mujeres
optaron por la cirugía como una forma para controlar su fecundidad y sus
vidas, en un acto de agentividad , tal y como lo define Judith Butler. A
esos efectos, presento un capítulo de mujeres que fueron operadas en la
década de los 60 y de los 70, que, aunque no es un estudio que permite
generalizar los resultados a la población, sí sirve para repensar las
formas dominantes en que se ha interpretado la esterilización en la
Isla. Por ello, confieso que me incomoda cuando se explica este fenómeno
desde la victimización o desde el abuso de las mujeres puertorriqueñas,
y cuando se usa el adjetivo “masivo” para referirse a la esterilización
en Puerto Rico. Eso no quiere decir que no hubo casos excepcionales de
abuso, pero, desde mi perspectiva, estos no explican en absoluto este
fenómeno. No es de extrañar, entonces, que para 1982, haya aumentado la
prevalencia de esta cirugía en la Isla: 39 por ciento de las mujeres
“alguna vez casadas o unidas en una relación consensual” estaban
esterilizadas, y más recientemente, casi un 50 por ciento.
Debo decir que varias investigaciones que anteceden este libro han sido
medulares para entender este fenómeno: la primera, el libro de Anette
Ramírez de Arellano y Conrad Seipp, Colonialism, Catholicism, and
Contraception: A History of Birth Control in Puerto Rico. Vital,
además, han sido las diversas publicaciones de Iris López, quien ha
investigado, desde una perspectiva antropológica, la esterilización
entre las mujeres puertorriqueñas que viven en Nueva York. Es a ella a
quien se le debe el inicio de deconstruir esta forma bipolar y
excluyente de pensar la esterilización, y quien luego de producir varios
ensayos importantes, publicó su libro en el 2008: Matters of Choice:
Puerto Rican Women´s Struggle for Reproductive Freedom. También, en
la línea de deconstruir ciertos mitos está el libro de Laura Briggs,
Race, Sex, Science, and U.S. Imperialism in Puerto Rico: Reproducing
Empire (2002).
La prensa, particularmente la del siglo XX, en sus rutinas periodísticas
--de inclusión, exclusión, uso de fuentes informativas, estructura de la
redacción, énfasis noticioso, entre otras-- ha contribuido a construir
el imaginario social de lo que la gente piensa que es real, verdadero e
importante. Estudiar la prensa de la época --El Mundo, El
Imparcial y Claridad-- ayuda a entender cómo los rotativos
han ayudado a plantear el debate de la esterilización ya en la esfera
pública. No sólo en los estudios de las Ciencias Sociales han dominado
las dos interpretaciones, el deseo y el abuso, de forma excluyente entre
sí, sino también en la prensa, en donde, además, las mujeres fueron
silenciadas.
Este estudio pone de relieve cómo, pese a que la esterilización femenina
es un asunto que tiene que ver medularmente con las mujeres, ellas
quedaron fuera del debate público que representó la prensa. Y, cuando
menciono a las mujeres, no solo me refiero a las operadas, sino también
fueron silenciadas las feministas (quienes se oponían en ese momento a
la esterilización), a las monjas, a las mujeres de los barrios, entre
otras. Generalmente, las mujeres en la prensa no se postularon como
sujetos de las historias, sino como terreno sobre el cual los diversos
grupos de poder articulaban sus posturas. Los discursos periodísticos no
eran sobre ellas, en otras palabras, no eran objetos de los discursos;
ni las mujeres se postulaban como agentes o sujetos; sino que eran el
terreno o el fundamento sobre el cual articulaban sus posturas los
grupos de interés que la prensa consideraba legítimos --el gobierno,
ciertas instituciones sin fines de lucro, la Iglesia Católica, los
independentistas.
Estas formas de representar que adoptó la prensa no solo inciden en cómo
se percibe la esterilización en Puerto Rico, sino en cómo se debaten los
derechos reproductivos. No debe sorprender, por eso, que, en esa época,
de forma consecuente, la prensa comercial y política, se ensañara en
contra del aborto (con unas pocas excepciones que se representaron en
El Mundo) y con todo lo que tuviera el efecto de dar, a las mujeres,
cierta agentividad. No estoy hablando de un discurso conspirativo, sino
uno que se ancla en las practicas periodísticas profesionales que, entre
otras, depende de fuentes autorizadas y legitimas. Dicho de otro modo,
cómo se enmarcan los debates en la prensa tiene mucho que ver con a
quiénes se les da voz.
Con este libro intento poner en evidencia cómo la cuestión de género ha
jugado un papel central en el debate de ciertas políticas públicas, y
cómo la prensa, en sus rutinas periodísticas, ayuda a adelantar las
visiones y las posturas de ciertos sectores., excluyendo, a su vez, a
muchos otros.
Espero, entonces, que este manuscrito sirva para impulsar nuevos
debates.
Muchas gracias.
Lourdes Lugo-Ortiz.
7 de Septiembre de 2011.
Sala-Teatro Beckett. |