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  • Tropiezos con la memoria: la esterilización femenina en la prensa puertorriqueña (1940-1977)


    Palabras de Patricia Gutiérrez Menoyo, presidenta de la Editorial Plaza Mayor

 Señoras, señores, distinguido público, amigas y amigos. Quiero antes que nada agradecerles su presencia y darles mi más cordial bienvenida a este acto.

 Nos reunimos hoy aquí para presentar Tropiezos con la memoria. La esterilización femenina en la prensa puertorriqueña de 1940 a 1977, un libro de Lourdes Lugo-Ortiz, profesora de Periodismo en la Escuela de Comunicación de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, gran investigadora y amiga. 

Tengo que decir que cuando llegó a mis manos el original de esta obra, desde el primer momento supe que me interesaría contar con ella en Plaza Mayor. Siempre he tenido claro que quienes tenemos el privilegio de trabajar en el ámbito cultural, literario o periodístico, debemos asumir también la responsabilidad que conlleva la influencia que nuestros productos tienen en la sociedad. Y cuando me di cuenta de que esa misma preocupación estaba presente en el manuscrito que acababa de recibir, mi decisión de llevarlo a buen puerto fue ya un hecho. 

Como muy bien dice la autora en el Prólogo del libro, la prensa ayuda a conformar la realidad, qué es verdad, qué es correcto, qué es importante y qué no lo es. El enfocar la atención sobre algo apartándola de otra cosa, ya está determinando e influyendo en quienes lo leen. Esto cabría decirlo también para las editoriales. Llevar a cabo una selección incluye necesariamente una exclusión. Este es y ha sido siempre para mí uno de los trabajos más duros y difíciles, salvar unos textos, darles la oportunidad de ser leídos, de llegar al público, mientras que con ello condenamos a otros a dormir, quizás para siempre. 

Como profesional del Periodismo y como profesora, Lourdes Lugo-Ortiz es muy consciente de este particular, y ese es uno de los muchos puntos en común que ella y yo tenemos y que tienen en general quienes trabajan en el mundo de la edición con quienes lo hacen en la prensa. 

Pero no fue solo este asunto el que me animó a la empresa. En esta obra se ponen de manifiesto y se estudian en profundidad varias cuestiones que me interesan especialmente, como mujer y como puertorriqueña (les aclaro que así me siento y considero aunque no haya nacido aquí). 

No puede dejarnos indiferentes que en nuestra historia reciente, a fines de los años 60, más de un tercio de las mujeres boricuas en edad reproductiva, que vivían o habían vivido en pareja, estuvieran esterilizadas.  

Tampoco podemos ser insensibles ante los testimonios que se recogen en esta obra, ya que nos llevan a comprender que en realidad el hecho de ser esterilizadas fue, para algunas, para muchas, de aquellas mujeres, en aquellos años, una liberación, la única salida para poder llevar una vida digna y para poder dársela a sus hijos, a los que ya tenían. 

Y tendríamos que cuestionar el hecho de que algo tan íntimo como es la capacidad de dar vida,  y también su anulación mediante la esterilización, fuera utilizado como una especie de moneda de cambio por los partidos políticos –y por los distintos medios de comunicación- durante muchos años en nuestro país. 

Todo ello forma parte de nuestra historia y tenemos tanto el derecho como el deber de conocerlo. La profesora Lugo-Ortiz ha llevado a cabo una magnífica labor de investigación, estudio y análisis para sacarlo a la luz en este libro. 

Entre la humanidad de a pie y el mundo de la política, como una especie de intermediaria, la prensa representó en nuestra historia reciente un rol fundamental. Todavía lo hace, aquí y en todo el mundo. Hoy en día, quizás no tanto en papel, y más en Internet, pero solo cambia el formato, solo cambia el soporte, lo verdaderamente importante, la trascendencia del mensaje, las ideas de aquellos y aquellas que viven por y para comunicar, sigue siendo y siempre será la columna vertebral de la prensa, y que lo sea por muchos años, pues una prensa múltiple es sinónimo de libertad.

Muchas gracias por su asistencia y muy buenas noches. 

 

Lourdes Lugo-Ortiz durante la presentación
de su libro.
La Licenciada María Dolores Fernós
habla sobre
Tropiezos con la memoria.


 

Palabras de la autora 

¡Qué alegría! 

Tantas caras queridas, de estudiantes, exestudiantes, colegas, amigos, amigas, familiares. Les agradezco, a todos y a todas, conocidos o no, su presencia aquí esta noche, dándole la bienvenida a este libro, que no pocos desvelos me ha causado. 

Agradezco a la licenciada María Dolores Fernós su iluminadora y generosa intervención, y, sobre todo, su disposición a presentar este libro desde el primer momento en que me acerqué a ella, y a mi colega Mario Roche por acceder a ser el maestro de ceremonias esta noche. Para que se concretara esta actividad, agradezco, además, el apoyo de la Editorial Plaza Mayor, del Decanato de Estudios Graduados e Investigación y de la Sala-Teatro Beckett, muy en particular, a Carmen Luisa González. A todos, gracias.

Lograr que este proyecto de investigación, finalmente, haya tomado la forma de un libro se lo debo a muchas personas. Primero, quiero agradecer, nuevamente, a la presidenta de la Editorial Plaza Mayor, Patricia Gutiérrez, por su palabra y por el compromiso con la producción de este libro, y al profesionalismo del equipo de la editorial: la diseñadora y correctora Ana Riutort  y al diseñador de la portada, Marcos Pastrana.  

Mas, antes de que este libro llegara a las manos de la Editorial, otras personas influyeron notablemente en su formación. Quisiera empezar agradeciendo a mi hermana Agnes Lugo-Ortiz, por su generosidad intelectual y humana. Me recomendó lecturas importantes, hizo correcciones significativas, y me animó cuando ya creía que no tenía más energía para proseguir.  

Además, quiero agradecer a mi colegas y amigas quienes leyeron alguna versión del manuscrito, y me hicieron sugerencias importantes: Milagros Acevedo Cruz, Mabel Quiñones, Rebecca Banuchi y Laura Pérez, así como al colega Dorian Lugo. Debo decir que ninguno de ellos es responsable por los fallos de argumentación en los que el texto pudiera incurrir. 

Además, desde otros lugares, otros seres han sido imprescindibles en mi proceso. El amor infinito de mi madre, Nilda Ortiz García, a quien le dedico este libro, y el de mi hermana Nilda Lugo-Ortiz.  

También, mis deudas las tengo con mis amistades, por la solidaridad, los encuentros y las carcajadas: Edda Mangual: el corillo, particularmente, Liani Cabán, Tania Silva, Chetzil Peñalverty y Laura Rivera, quien sigue estando entre nosotros y nosotras; a mis amigas Mayra Vega, Mayra Córdova, Idalis Cobián, Nilda González y Estela Asencio.  

A mi Panchi, quien me acompañaba durante las largas horas en que estuve frente a la computadora, y se despidió de mí sin que me diera cuenta, justo cuando el libro se encontraba en una de las etapas de diseño. Por ello, asimismo, le agradezco a Benito y a mi madre, quienes lo cuidaron en momentos en que lo necesitaba.  

Mis deudas, de igual forma, las tengo con mi esposo, Al, por su amor, por su valor y por su ejemplo, que grita que sí es posible encontrar mejores caminos. 

Agradezco, además, a la Universidad de Puerto Rico por la licencia sabática que me otorgó para redactar el primer borrador del libro, y, a la Escuela de Comunicación, por los descargues académicos concedidos para que pudiera seguir trabajando en él. Asimismo, a las mujeres esterilizadas entrevistadas quienes me hicieron entender mejor sus vidas. También, al amigo y colega Luis Avilés , por la foto mía que se incluye en el libro. 

La publicación de este manuscrito me permite concluir, casi por obligación, un periodo de reflexión sobre un tema que he estudiado muchos años: la representación que hace la prensa sobre el fenómeno de la esterilización femenina en Puerto Rico.  

En 1968, Puerto Rico alcanzó una de las tasas más altas de esterilización femenina en el mundo entero: 35 por ciento de las mujeres puertorriqueñas “alguna vez casadas o unidas en una relación consensual”, concepto demográfico, estaban operadas. Este fenómeno se ha explicado desde dos interpretaciones, las cuales han dominado la forma en que se ha pensado e investigado la esterilización en la Isla: la primera adjudica la alta prevalencia a una decisión individual, al deseo de las mujeres de limitar el tamaño de sus familias. Esta vertiente le otorga total soberanía a la voluntad del sujeto. La segunda interpretación articula que la operación fue parte de todo un montaje del estado colonial en contubernio con la industria privada para establecer programas de control demográfico que adelantaran el proyecto desarrollista que se dio en Puerto Rico a mediados del siglo pasado. Esta visión macroestructural le otorga total poder al Estado.

 Cada una de estas perspectivas, vistas por separado, simplifican cómo los sujetos se constituyen al interior de marcos sociales, económicos y políticos específicos. Estas dos interpretaciones que se han presentado de forma excluyente, en este libro no se piensan como antagónicas, sino que se ven como un continuo. Veo que, al interior de unos programas, proyectos o servicios que facilitaban la esterilización, las mujeres optaron por la cirugía como una forma para controlar su fecundidad y sus vidas, en un acto de agentividad , tal y como lo define Judith Butler. A esos efectos, presento un capítulo de mujeres que fueron operadas en la década de los 60 y de los 70, que, aunque no es un estudio que permite generalizar los resultados a la población, sí sirve para repensar las formas dominantes en que se ha interpretado la esterilización en la Isla. Por ello, confieso que me incomoda cuando se explica este fenómeno desde la victimización o desde el abuso de las mujeres puertorriqueñas, y cuando se usa el adjetivo “masivo” para referirse a la esterilización en Puerto Rico. Eso no quiere decir que no hubo casos excepcionales de abuso, pero, desde mi perspectiva, estos no explican en absoluto este fenómeno. No es de extrañar, entonces, que para 1982, haya aumentado la prevalencia de esta cirugía en la Isla: 39 por ciento de las mujeres “alguna vez casadas o unidas en una relación consensual” estaban esterilizadas, y más recientemente, casi un 50 por ciento. 

Debo decir que varias investigaciones que anteceden este libro han sido medulares para entender este fenómeno: la primera, el libro de Anette Ramírez de Arellano y Conrad Seipp, Colonialism, Catholicism, and Contraception: A History of Birth Control in Puerto Rico. Vital, además, han sido  las diversas publicaciones de Iris López, quien ha investigado, desde una perspectiva antropológica, la esterilización entre las mujeres puertorriqueñas que viven en Nueva York. Es a ella a quien se le debe el inicio de deconstruir esta forma bipolar y excluyente de pensar la esterilización, y quien luego de producir varios ensayos importantes,  publicó su libro en el 2008: Matters of Choice: Puerto Rican Women´s Struggle for Reproductive Freedom. También, en la línea de deconstruir ciertos mitos está el libro de Laura Briggs, Race, Sex, Science, and U.S. Imperialism in Puerto Rico: Reproducing Empire (2002). 

La prensa, particularmente la del siglo XX, en sus rutinas periodísticas --de inclusión, exclusión, uso de fuentes informativas, estructura de la redacción, énfasis noticioso, entre otras--  ha contribuido a construir el imaginario social de lo que la gente piensa que es real, verdadero e importante. Estudiar la prensa de la época --El Mundo, El Imparcial y Claridad-- ayuda a entender cómo los rotativos han ayudado a plantear el debate de la esterilización ya en la esfera pública. No sólo en los estudios de las Ciencias Sociales han dominado las dos interpretaciones, el deseo y el abuso, de forma excluyente entre sí, sino también en la prensa, en donde, además,  las mujeres fueron silenciadas.  

Este estudio pone de relieve cómo, pese a que la esterilización femenina es un asunto que tiene que ver medularmente con las mujeres, ellas quedaron fuera del debate público que representó la prensa. Y, cuando menciono a las mujeres, no solo me refiero a las operadas, sino también fueron silenciadas las feministas (quienes se oponían en ese momento a la esterilización), a las monjas, a las mujeres de los barrios, entre otras. Generalmente, las mujeres en la prensa no se postularon como sujetos de las historias, sino como terreno sobre el cual los diversos grupos de poder articulaban sus posturas. Los discursos periodísticos no eran sobre ellas, en otras palabras, no eran objetos de los discursos; ni las mujeres se postulaban como agentes o sujetos; sino que eran el terreno o el fundamento sobre el cual articulaban sus posturas los grupos de interés que la prensa consideraba legítimos --el gobierno, ciertas instituciones sin fines de lucro, la Iglesia Católica, los independentistas. 

Estas formas de representar que adoptó la prensa no solo inciden en cómo se percibe la esterilización en Puerto Rico, sino en cómo se debaten los derechos reproductivos. No debe sorprender, por eso,  que, en esa época, de forma consecuente, la prensa comercial y política, se ensañara en contra del aborto (con unas pocas excepciones que se representaron en El Mundo) y con todo lo que tuviera el efecto de dar, a las mujeres, cierta agentividad. No estoy hablando de un discurso conspirativo, sino uno que se ancla en las practicas periodísticas profesionales que, entre otras, depende de fuentes autorizadas y legitimas. Dicho de otro modo, cómo se enmarcan los debates en la prensa tiene mucho que ver con a quiénes se les da voz. 

Con este libro intento poner en evidencia cómo la cuestión de género ha jugado un papel central en el debate de ciertas políticas públicas, y cómo la prensa, en sus rutinas periodísticas, ayuda a adelantar las visiones y las posturas de ciertos sectores., excluyendo, a su vez, a muchos otros. 

Espero, entonces, que este manuscrito sirva para impulsar nuevos debates. 

Muchas gracias. 

Lourdes Lugo-Ortiz.
7 de Septiembre de 2011.
Sala-Teatro Beckett.

 

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